Verificado, del que varias veces se ha dicho que simpatiza EMBOSCADAMENTE con Morena, acaba de asestarle un golpe fuerte a AMLO. Por primera vez, el tabasqueño parece relacionado de forma directa con un acto tal vez no ilegal, pero claramente poco ético: como jefe de Gobierno, benefició con 170 millones de pesos, vía la asignación directa, a Rioboó, una constructora metida en las obras del segundo piso. El detalle complementario es que José María Rioboó, el dueño, que acompañó al candidato a auscultar las pistas de ese nuevo aeropuerto que tanto lo enerva, había intentado conseguir un contrato para construir… Las vías de ese aeropuerto. En esto, Ricardo Anaya dijo la verdad en el debate.

Se trata del penúltimo o tal vez antepenúltimo golpe al rival que veremos antes del primero de junio. Normal. Son las elecciones de un país permeado por la corrupción y los trapos se ventilan onda azotea de multifamiliar. Vean sino a la senadora Layda Sansores, otra del entorno obradorista, que le cargó al Senado 700 mil pesitos de gastos personales, destacadamente ese tinte para pelo.

Segundo golpe para Morena en pocas horas. ¿Tendrán algún efecto estas dos noticias? En términos del voto, probablemente no. El liderazgo de AMLO parece indisputable. Pero seguramente tendrá un efecto digamos público, que es reforzar la sensación de pesimismo que, lo he comentado ya por aquí, está francamente extendida en gran parte del electorado, por mucho que los probables ganadores se llenen la boca con la palabra “esperanza”, tan cursi. Esa sensación de que no hay para dónde hacerse. De que habrá que arrimarse al menos nocivo. El “menospeorismo”, digamos. Y es que sí, está el tema legal de Anaya, nada claro, y lo de Jiménez Espriú que tampoco es exactamente traslúcido. Del PRI y sus gobernadores y su Odebrecht, ni hablar.

Está justificado, pues, ese pesimismo. Y déjenme apuntalarlo. Podríamos anestesiarnos un poco con el Mundial, recién iniciado. Celebrar sin pensar tanto en la elección. El problema es que México, el México de las escorts, del bailoteo de alineaciones, de los lesionados, debuta con Alemania. Estamos jodidos.

Ah, y no deja de llover.