Cuando las campañas por la Presidencia habían caído en el sopor de lo predecible, apareció de la nada un video en contra de Ricardo Anaya que atizó el profundo encono entre el panista y el gobierno.

Anaya responsabilizó directamente al presidente Peña de ser el orquestador del video cuya segunda parte se espera que salga entre hoy y mañana, para “aflojar’’ al queretano de cara al tercer y último debate.

Lo nuevo del asunto es que de las acusaciones virtuales pasaron a los señalamientos directos, ya sin ningún filtro, al que se sumaron José Antonio Meade y hasta ¡Tatiana Clouthier!, quien acusó a Anaya de haber traicionado ¡a Peña!

El siempre sobrio Meade ahora no tuvo empacho en declarar que el candidato del Frente “es un vulgar ladrón’’, y pidió a la PGR intervenir en este caso.

Desde el gobierno se robó dinero, lo cacharon, tiene que pagar las consecuencias’’, dijo Meade.

Anaya había subido un video a sus redes sociales en el que propone una fiscalía autónoma para investigar a Peña y su participación en el escándalo de la Casa Blanca.

El video termina con la reiteración de llevar a la cárcel a Peña, “si resulta responsable’’.

Mucho se ha escrito sobre este pleito desde que se filtró la operación de presunto lavado de dinero de Anaya.

Al inicio de la campaña presidencial, el PRI mandó una parte importante de su arsenal en contra del panista que aparentemente había sobrevivido al naufragio político.

Pero esta vez no se ve cómo pueda superar el descrédito y la nueva embestida; en sus videos, Anaya se nota desencajado, preocupado.

Y si a ello le suma el público desencuentro entre sus generales de la campaña –con una pésima estrategia de comunicación, si es que la tienen-, no hay mucho margen para el contraataque.

Si la tarde en la Ibero fue interpretada como su resurrección, poco le duró el gusto.

Habrá quien diga que esta segunda embestida en contra de Anaya es una muestra del pacto –negado- entre el PRI-gobierno y Andrés Manuel López Obrador.

Puede ser.

También habría que buscar dentro del propio Frente a quienes fungieron como caballos de Troya.

****

No se le había visto mucho, pero a partir de la semana pasada en la que Meade visitó su estado, el ex secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong, nombrado coordinador de las campañas de los candidatos al Senado del PRI, cobró nuevo ánimo.

Quién sabe si le alcance el tiempo.

Por alguna razón inexplicable, Osorio dejó pasar semanas sin que se notara su presencia en las campañas.

El hidalguense no las trae todas consigo y no ha superado el hecho de que, apenas había dejado la oficina de Bucareli, su sucesor, Alfonso Navarrete Prida barrió con todos los funcionarios que él había llevado a Gobernación desde su estado natal.

Eso y no haber ganado la carrera presidencial le sigue doliendo.

****

La compra de votos en la CDMX está a todo lo que da.

En el mercado participan tooodooos los partidos políticos; no es poco lo que se juega.

Lo que está por verse es cuál será la vara con la que medirá el Instituto Electoral de la CDMX las anomalías, pues mientras unos y otros se denuncian, a la única que tienen en la mira –por ahora- es a la candidata del Frente, Alejandra Barrales, por haber realizado un acto de campaña en una estación de bomberos “en tiempo laborable’’.

¿Y los demás, a poco son unas blancas palomas?