El 23 de mayo pasado, el Instituto para el Desarrollo Gerencial (IMD, por sus siglas en inglés) celebró y dio a conocer la edición número 30 de su informe sobre competitividad mundial, el IMD World Competitiveness Yearbook 2018, en el que se registra que nuestro país cayó tres posiciones (de la 48 a la 51) en la clasificación general, la cual incluye a 63 economías y es encabezada por Estados Unidos (1°), Hong Kong (2°) y Singapur (3°).

El IMD conceptualiza y define la competitividad como la manera en que los países gestionan sus competencias para lograr la creación de valor a largo plazo por parte de sus empresas. Así, de acuerdo con esta definición, la competitividad no se reduce meramente a un asunto de producción y productividad, sino que considera otras dimensiones (política, social y cultural) con las que las empresas tienen que lidiar y que influyen en sus procesos de creación de valor.

Para construir el índice, el IMD utiliza 340 criterios de competitividad agrupados en 4 factores: 1) Desempeño económico; 2) Eficiencia del gobierno; 3) Eficiencia empresarial o de negocios, y 4) Infraestructura. Estos factores a su vez se desagregan en cinco subfactores cada uno; por ejemplo, el factor de infraestructura está compuesto por “infraestructura básica”, “infraestructura tecnológica”, “infraestructura científica”, “educación” y “salud y medio ambiente”. Estimado a partir de información estadística (datos duros) y de una encuesta, el índice busca reflejar la capacidad de competir de las empresas en los mercados nacionales y enfrentar la competencia internacional.

Un breve análisis de los resultados de nuestro país muestra que, de los cuatro factores señalados, México cae en tres (desempeño económico: de la posición 30 a la 35; eficiencia del gobierno: de la posición 51 a la 54; y eficiencia de negocios: de la posición 36 a la 48) y mantiene su posición en sólo uno (infraestructura: posición 55). De la misma forma, de los veinte sub-factores, sólo mejora en cuatro (empleo, finanzas públicas, política de impuestos e infraestructura tecnológica) y permanece igual en tres (comercio internacional, productividad y eficiencia, y educación), y en los trece restantes empeora su posición. De manera particular, su descenso en la clasificación general está asociada al deterioro de la percepción sobre la calidad de sus instituciones, de la legislación mercantil (facilidad para hacer negocios) y de algunos aspectos de gobierno corporativo.

Más allá de la caída de competitividad registrada de un año a otro, cabe resaltar que ésta ha sido una tendencia consistente a lo largo de los últimos cuatros años, ya que desde 2015 México ha venido cayendo en su clasificación general y, desde 2014, todos los factores registran un empeoramiento de la situación. Incluso, a nivel regional, México registra un deterioro relativo de su competitividad, ya que la mayoría de los países latinoamericanos mostraron una mejoría en su clasificación.

Ante un panorama económico internacional complejo, en el que el multilateralismo ha sido puesto en duda, es imperativo que México revierta esta situación y mejore su competitividad, ya que solo así podrá compensar los problemas derivados de la reciente imposición de aranceles al acero y aluminio por parte de nuestro principal socio comercial.

China y la Unión Europea han reafirmado su compromiso con el libre comercio, pero para poder cosechar sus frutos nuestro país debe mejorar su competitividad.

 

 

 

@JorLuVR

Consultor internacional en materia económica, política y de políticas públicas con más de 20 años de experiencia en temas regulatorios, de competencia, comercio, finanzas públicas y buen gobierno....