Las campañas a la Presidencia de la República están en su última etapa, ya que vendrá el tercer debate, donde cada uno de los candidatos tendrán la oportunidad de mostrar su proyecto de nación, su futuro prometido. Ellos han presumido su propia agenda y estrategia, pero donde sin lugar a dudas convergen es en que hace falta mejorar la economía del país. Las propuestas económicas de los que desean la banda presidencial, en su mayoría, son fantasías que difícilmente podrían convertirse en realidad, aun si se termina con la corrupción, sin subir impuestos y sin gasolinazos no sería suficiente.

La propuesta económica de José Antonio Meade tiene tres elementos fundamentales: preservar los pilares de la estabilidad económica, como es el Banco de México (Banxico), las reformas estructurales, conciliar y construir acuerdos institucionales.Por cierto, uno de sus grandes aciertos fue haber presentado su declaración 7de7, que, además de dar a conocer su situación patrimonial, fiscal y de interés, contempla la opinión técnica de un contador público certificado que acredita la congruencia de la declaración patrimonial, la declaración de los bienes a nombre de él y de su esposa, que no existen otras fuentes de ingreso que incrementen su patrimonio, así como la fe de veracidad que dio un notario de que toda la información es real.

Por su parte, Ricardo Anaya, del Frente por México, ha recibido el espaldarazo de empresarios y distintos grupos sociales. Y ha sumado adeptos que lo ponen en segundo lugar de la contienda electoral; incluso, pudiera ser el candidato que reciba el voto útil para enfrentar al puntero. Se estima que 30% de los electores aún no ha definido por quién votar, así que este nicho es el que está buscando Anaya, algo que además no hay que minimizar. Ha propuesto incrementar el salario mínimo a 100 pesos diarios y, de manera gradual, elevarlo hasta 200 pesos, con el fin de que las familias puedan tener acceso a la canasta básica. Además, le ha apostado a un modelo económico que aproveche las tecnologías para que puedan impulsar el desarrollo del país.

Del representante de Morena, Andrés Manuel López Obrador, su visión económica es considerada como retrógrada, incluso propone subsidios, bajar impuestos, así como cancelar la principal obra de infraestructura de América Latica, el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, que costaría 186 mil millones de pesos. Sus propuestas han enojado a inversionistas del país, y esta confrontación aumentará conforme se acerque el 1 de julio; sus palabras ahuyentan inversiones, no generan certidumbre, los hombres del dinero no lo ven con buenos ojos y la gente lo considera como populista.

Un ejemplo de ello es que quiere regalar tres mil 600 pesos mensuales a los llamados ninis, es decir, a los jóvenes que no estudian ni trabajan. Lo cual va en contra del emprendimiento. Sus números no dan y las finanzas no alcanzarían con sólo acabar con la corrupción, como lo dice el tabasqueño. Se viene un cierre intenso de campaña. Estamos a casi un mes de que acabe el proselitismo.

Los candidatos han trabajado en presentar las fortalezas de sus propuestas. No sólo en materia económica, sino también en mejorar los niveles en cuestiones de seguridad, generación de empleos, apoyo a todos los grupos. Sin duda, lo que tendría que analizarse en un futuro es que el gobierno quite el paternalismo y generar las condiciones óptimas para que lleguen las inversiones. Sin duda, falta mucho por verse; los indecisos jugarán un papel relevante, y las encuestas han caído en el juego del manoseo, han perdido toda credibilidad, no reflejando el verdadero sentimiento de votación por un aspirante presidencial.

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