MANAGUA.- La Coalición Universitaria anunció ayer que está abierta a participar en el diálogo nacional que se prevé inicie mañana con la mediación de la Iglesia para poner fin a la crisis que atraviesa Nicaragua, pero exigió al Gobierno el cese de la represión para tomar parte del mismo.

“No hemos dicho que no queremos el diálogo, sí estamos anuentes al diálogo, pero seguimos exigiendo que haya paz, que haya justicia. En este preciso momento no están todas las condiciones dadas, pero estamos trabajando para conseguirlas”, dijo Víctor Cuadras, uno de los portavoces de la coalición universitaria.

La Coalición Universitaria agrupa a los tres principales movimientos estudiantiles que son la cara más visible de las protestas, que han encontrado apoyo en numerosos sectores de la sociedad nicaragüense y que han dejado entre 54 y los 65 muertos, según organizaciones humanitarias.

Este mismo lunes, los estudiantes universitarios denunciaron que en la madrugada al menos seis de ellos resultaron heridos de bala en un nuevo enfrentamiento con agentes de la Policía Nacional que junto con simpatizantes sandinistas atacaron a los jóvenes atrincherados en la Universidad Politécnica de Nicaragua (Upoli).

El presidente de la Conferencia Episcopal, Leopoldo Brenes, estableció ayer que el próximo miércoles a las 10:00 hora local dará inicio la mesa de diálogo nacional para poner fin a la crisis de Nicaragua.

La mesa de diálogo nacional tendrá como actores principales al Gobierno y a una representación del sector privado, la sociedad civil y los estudiantes, con la Conferencia Episcopal como mediadora.

Esto se logró, luego de que el Gobierno de Nicaragua autorizó este lunes a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) a realizar una visita de trabajo para observar la situación en el país, uno de los principales requerimientos que habían solicitado los obispos al Gobierno para poder convocar el diálogo.

El pasado viernes, la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) condicionó la convocatoria de la mesa de diálogo nacional al cumplimiento de una serie de “premisas ineludibles” por parte del Ejecutivo de Daniel Ortega.

Entre esas condiciones, la Iglesia instó al Gobierno a permitir en el menor tiempo posible el ingreso de la CIDH, la supresión de los cuerpos paramilitares, el cese inmediato de la represión y el ofrecimiento por parte del Ejecutivo de “signos creíbles de su voluntad de diálogo y paz”.

Nicaragua atraviesa una crisis que cumple hoy 27 días con una cifra de muertos que oscila entre los 54 y los 65, según las organizaciones humanitarias, y con más de 500 heridos, más de 200 por impacto de bala.

La cuna del sandinismo

Poco ha quedado de la vieja Masaya, ese lugar donde se gestó la insurrección final contra la dictadura de Somoza y que estaba considerado un bastión del sandinismo. La violencia, la represión, la inanición del Gobierno de Daniel Ortega y los saqueos han provocado el levantamiento de un pueblo organizado que busca protegerse a sí mismo.

Álvaro Gómez, Carlos López y Jairo Úbeda son algunas de las decenas de personas que se ha cobrado la violencia en los últimos 27 días. No los olvidan. Sus nombres, escritos sobre una pancarta en la Plaza Monimbó, donde hace 40 años murió asesinado por la guardia de Somoza Camilo Ortega (hermano del presidente), recuerdan al pueblo que la “Justicia de pocos vale por el futuro de todos”.

Las cenizas y el olor a quemado aún persisten en el ambiente tras un fin de semana de grandes disturbios. Decenas de hombres trabajan en la alcaldía municipal para recuperar ese azul intenso que lucía antaño.

A unos metros, Mauricio y Óscar se juntan en el Parque Central con sus bicicletas. Con pesar, ambos cuentan que la pasada madrugada un grupo de desconocidos -a los que ellos llaman “los infiltrados”- saquearon el supermercado del pueblo. Por completo, no queda nada.

“Hay que parar esto. Ya es demasiado”, asegura Mauricio, quien dice que no está de acuerdo con lo que está pasando porque es el mismo pueblo el que se ataca a sí mismo, y lamenta que sea un grupo de oportunistas -delincuentes, miembros de la Juventud Sandinista, policías e infiltrados- los que buscan la confrontación.

Óscar, un joven de 27 años y miembro activo de esta contienda, reconoce que “la lucha está siendo tergiversada” y culpa de ello a Daniel Ortega, quien gobierna Nicaragua desde 1979 años, luego de que  la Revolución Sandinista derrotó a la dictadura que la familia Somoza.

 

 

JNO