Foto: Rodolfo Angulo El Cardenal pidió una oración por las mamás que  ya han partido al cielo, por las que aún se encuentran en la tierra y por las que acaban de ser madres  

El arzobispo primado de la Ciudad de México, Carlos Aguilar Retes, ofició una misa este 10 de mayo, Día de las Madres, en el Centro Femenil de Reinserción Social de Santa Martha Acatitla.

 

Esta es la primer vista que realiza Aguilar Retes a un centro penitenciario luego de haber asumido el arzobispado de la capital. Dónde  pidió a las internas tener siempre su corazón abierto a la libertad.

 

“Venir a un reclusorio justo e injustamente es una situación de desolación y tristeza, pero que nunca es eterno”.

 

“La misión de la madre con sus hijos es manifestar el amor de Dios a través de ellos. Se ama al hijo independientemente de la conducta que tengan”, expresó.

 

El Cardenal pidió una oración por las mamás que  ya han partido al cielo, por las que aún se encuentran en la Tierra y por las que acaban de ser madres.

 

La homilía se celebró en la “sala chica” (el patio) a fuera de la capilla del reclusorio. Donde cerca de 500 mujeres escucharon al sacerdote en este 10 de mayo, un día de celebración  con mucho significado para los mexicanos.

 

Algunas internas eran acompañadas de sus hijos, hermanas y algunas cuantas tenía la dicha de contar con la presencia de  sus mamás.

 

En el caso de Rocío “N”, quién cumple una condena de 10 años por secuestro, sus tres hijos no pudieron acompañarla  y aún recuerda con dolor y tristeza a su mamá quien murió hace ocho años.

 

Ana “N”, quién cumple una condena de 8 años por robo, quien tiene una hija de cuatro años la cual está al cuidado de su madre.

 

“No puede venir mi mamá ya que cuida a mi hija o  me viene ver a mi. Ella es la que más me visita, cuando puede, cuando deja a mi hija encargada con alguna de mis hermanas viene a verme”, declaró a 24 Horas.

 

Antes de oficiar la misa, el cardenal visitó el área de enfermería donde conversó con algunas presas y enfermeras  y a quienes quienes les dio su bendición.

 

Al final, el Cardenal les obsequió a cada una de las internas una estampa de la Virgen de Guadalupe y un pequeño libro que contiene cuatro evangelios.

 

dca