Foto: EFE Protesta. La marchas contra el Gobierno de Macron se intensificaron este fin de semana.  

PARÍS.- El presidente francés, Emmanuel Macron, afronta el examen del primer año desde su elección en el que ha hecho reformas que le han generado críticas.

Desde que el 7 de mayo de 2017 dos tercios de los franceses que acudieron a las urnas le dieron su apoyo, algunos más para cortar el paso a la líder de extrema derecha, Marine Le Pen, que por adhesión a su programa liberal, Macron ha cumplido su promesa de impulsar reformas económicas que le han quitado popularidad.

Su primera gran batalla, más allá de la ley de la transparencia política, fue la reforma laboral que se llevó a cabo por un procedimiento exprés: después de una concertación sumaria durante unas semanas al comienzo del verano, el presidente más joven de la V República (40 años actualmente) firmó el 22 de septiembre su entrada en vigor inmediata recurriendo al decreto.

El objetivo de ese texto, validado finalmente por el Parlamento a finales de febrero, era flexibilizar un código laboral francés al que la patronal y los inversores le acusaban de dificultar a las empresas, en nombre de la protección de los trabajadores, los ajustes a unas condiciones económicas cada vez más cambiantes.

Ese y otros ajustes han mermado su popularidad en los últimos 12 meses, según encuestas que indican que 52 % de las personas interrogadas tienen una mala imagen de Macron (es verdad que eran un 77 % al cabo de un año de presidencia para su predecesor, el socialista François Hollande), y que esa mayoría es todavía mucho más amplia entre las personas que se encuentran en la parte baja de la escala social.

En la calle, los diferentes colectivos que han organizado huelgas y protestas contra Macron no han conseguido atraerse el favor mayoritario de la opinión pública.

 

JNO