FOTO: Archivo/Cuartoscuro El formato "muy acartonado" de los debates, en los que casi no hay interacción entre los candidatos ni con el público  

El primer debate para las elecciones presidenciales del próximo 1 de julio en México genera expectación mediática por sus participantes e innovaciones, aunque los celebrados en los últimos 20 años han tenido poco impacto en el voto.

 

 

Estos debates se introdujeron en México durante los años 90, en un período de “profundización democrática” tras seis décadas de gobierno del Partido Revolucionario Institucional (PRI), contó a Efe José Antonio Salazar, director de la carrera de Gobierno en la Universidad Panamericana.

 

 

Durante esa década, el PRI perdió la hegemonía en la Cámara de Diputados, la autoridad electoral obtuvo su autonomía y se aprobó la elección de un jefe de Gobierno en Ciudad de México, dominado desde entonces por el opositor Partido de la Revolución Democrática (PRD).

 

 

El 12 de mayo de 1994, se celebró el primer debate presidencial de la historia de México, con el que el PRI intentó “legitimar” las elecciones tras la “sensación de gran fraude” en las presidenciales de 1988 en los que venció el priista Carlos Salinas de Gortari.

 

 

En ese debate, participaron los punteros en las encuestas, el aspirante del PRI Ernesto Zedillo, Diego Fernandez de Cevallos, del conservador Partido Acción Nacional (PAN); el candidato del izquierdista PRD, Cuauhtémoc Cárdenas.

 

 

Esa discusión “destacó por el desempeño de Cevallos”, considerado el vencedor por acorralar al candidato del PRI, a quien acusó de “reprobar” en democracia, aunque los comicios los acabó ganando Zedillo con más del 48 % de los votos.

 

 

Fue el debate electoral más seguido de la historia de México, con un 35 % de audiencia por la expectación que existía tras el asesinato dos meses antes del candidato del PRI, Luis Donaldo Colosio, sostuvo Salazar.

 

 

Aun así, el investigador universitario señaló que una final de fútbol en México cosecha cerca del 40 % de audiencia, mucho más que un debate electoral.

 

 

El formato “muy acartonado” de los debates, en los que casi no hay interacción entre los candidatos ni con el público, así como la apatía política en México, donde el abstencionismo ronda el 40 % de la población, son los factores que explican la falta de interés hacia los debates, según el profesor.

 

 

Por ello, Salazar aseveró que “tras 20 años de debates electorales, no se ha demostrado que tengan un gran impacto en el voto”.

 

 

En los dos debates de las elecciones presidenciales de 2012, celebrados el 6 de mayo y el 10 de junio de ese año, el candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, llegó como favorito en los sondeos con una intención de voto de cerca del 40 %.

 

 

Las encuestas posteriores dieron la victoria al izquierdista Andrés Manuel López Obrador con un 31 %, mientras que tras el segundo se la dieron a la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota con un 34 %.

 

 

Pero ello no alteró el resultado de los comicios, puesto que Peña Nieto se impuso con el 38 % de los votos y alcanzó así la Presidencia.

 

 

El Instituto Nacional Electoral, organizador del evento, decidió este año generar un mayor interés ante el debate, por lo que ha reformado el formato, inspirado en los que se celebran en Estados Unidos.

 

 

En esta ocasión, el debate se dividirá en tres encuentros, y en dos de ellos, los del 20 de mayo y 12 de junio, está previsto que por primera vez los candidatos respondan a las preguntas del público y de las redes sociales.

ot