Este fin de semana, más rápido de lo esperado, los Estados Unidos junto con Francia y Gran Bretaña decidieron atacar puntos muy específicos de programas de armas nucleares en Siria con éxito, al menos, sin tener muertos y heridos, dejando a Rusia desconcertado y molesto.

El viernes pasado, comentábamos justamente que a este evento de riesgo geopolítico le asignábamos una probabilidad mayor a 50% para que se diera, y así fue. Sin embargo, es muy probable que en los próximos meses veamos que este riesgo geopolítico seguirá vigente.

Nosotros asumimos que atrás de todo esto, entre otras cosas de dominio de región, Trump tiene muy claro que para ganar las elecciones del Congreso y gubernaturas en noviembre próximo y pensar en una futura reelección, tiene que tocar “el corazón americano”, ya que hoy en día, las encuestas no le favorecen al Partido Republicano.

Si a esto le sumamos el riesgo de una mayor volatilidad en los mercados y la posibilidad de que en los próximos meses veamos una tendencia decreciente en los mercados accionarios que en 2017 fueron su estandarte como bandera.

A pesar de estar recibiendo reportes corporativos con fuerte crecimiento en utilidades, el riesgo de caídas prevalece. Quizá el efecto geopolítico, el proteccionismo comercial o algún otro serán motivos para que este ajuste siga y cualquier reacción técnica sea limitada en tiempo y magnitud.

Observamos que el índice dólar frente al resto de las divisas se encuentra a muy pocas semanas de definir su siguiente movimiento. La definición traerá movimientos del orden de 4% al menos. Técnicamente será al alza si supera 91 puntos o a la baja si penetra los 88 puntos. Hoy se ubica en 89.50.

Al alza significaría una fortaleza que podría deberse a un deterioro de otras economías importantes, cambios en las condiciones de política monetaria de otros bancos importantes, aceleramiento en la inflación de la economía americana o aumentos en la aversión al riesgo de manera más significativa.

A la baja podría ser por un crecimiento acelerado de su nivel de deuda, incrementando así su déficit fiscal más allá de 4% anual o una caída en la confianza del consumidor y del inversionista que pudiera generar una desaceleración de su economía, a pesar de la reforma fiscal recién implementada.

En México estaremos experimentando un efecto en directo para bien o para mal. No obstante, tenemos dos eventos relevantes que estarán tomando mayor impacto en el peso mexicano. El desarrollo de la negociación del TLCAN y posteriormente las elecciones presidenciales, donde el país se juega el riesgo de un cambio de modelo económico.

El TLCAN podría dar a conocer anuncios próximos. Habrá que revisar qué tan benéfico resultará para nuestro país, y una vez conocido este punto, la ubicación de los candidatos dentro de las encuestas será importante como termómetro de confianza o desconfianza.

Lo hemos dicho varias veces, en años electorales entre abril y junio previo al día de las votaciones, el peso mexicano tiende a depreciarse, en promedio, 10% del nivel más bajo alcanzado en el año, y hoy estamos muy próximos a los 18.00.

Lo único que podría mover quizá este escenario un poco sería la definición del índice dólar frente a la canasta de divisas por la alta correlación que existe con el peso mexicano. El problema será si el billete verde tiende a fortalecerse. Se tendría un doble acelerador vs. nuestra moneda.