Cae la noche en la Ciudad de México, y a esta hora Donald Trump no ha respondido al mensaje del presidente Enrique Peña.

Horas antes de la respuesta del mandatario mexicano, Trump había declarado que enviaría entre dos mil y cuatro mil soldados de la Guardia Nacional a la frontera con nuestro país.

Si las palabras de Peña cayeron mal a Trump, no pasará mucho para saberlo.

Pero parecería exagerado pensar en que el mensaje de Peña pudiera desatar una crisis diplomática o incluso el retraso o suspensión de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio.

En términos simples y llanos, Peña Nieto respondió en el mismo tono a las constantes amenazas y amagos de Trump, que ya nos agarró de clientes cada vez que su Congreso le batea iniciativas y proyectos.

Como le dijo Peña, si ésa es su frustración, desquítese con los suyos; ¿nosotros qué culpa tenemos?

Solo faltó que los candidatos presidenciales, a los que aludió Peña en su mensaje, también respaldaran lo dicho por el mandatario.

En redes sociales, el apoyo fue mayoritario para Peña, incluso de sus detractores más feroces.

Porque eso de invocar al nacionalismo, siempre vende.

Ahí está Trump –y otros más, ¿verdad AMLO?- como ejemplo.

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En Guanajuato, la iniciativa privada está con los pelos de punta luego de que se diera a conocer que el gobierno de Miguel Márquez, sin licitar y de la manera más oscura, concesionó por 30 años la operación del Libramiento de Silao al consorcio Grupo México.

La sospechosa operación, según los empresarios guanajuatenses, es además ofensiva, pues no se conoce hasta ahora la contraprestación que deberá pagar el consorcio de Germán Larrea al Gobierno del estado.

Así que el gobernador Márquez, que enarbola la bandera de la transparencia, tendrá que dar una explicación convincente sobre los motivos que tuvo para conceder tamaño negocio y, desde luego, los beneficios que obtendrán los guanajuatenses.

Ni modo que eso sea para financiar campañas… Si eso no sucede en México.

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Mucho ruido está haciendo el vocero de la Asociación Mexicana de Metrología AC, Mauricio Pantoja, por el incremento de 10 pesos de los hologramas de verificación que vende la Profeco a las más de mil 400 unidades de verificación registradas ante la Entidad Mexicana de Acreditación AC (EMAAC).

Pantoja se ha quejado del incremento argumentando que el costo de producción de un holograma es de cinco pesos (la Profeco se los vende en 74.98 pesos), pero no reconoce que la EMAAC llega a venderlos hasta en mil 500 pesos.

Los hologramas que por ley vende la Profeco no habían subido de precio en todo el sexenio.

Además no se trata de la venta del holograma, sino del certificado de legalidad para que puedan operar bombas de gasolina, básculas y taxímetros.

Que sea menos.

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Muy reconocido anda por estos días Julio Sánchez y Tépoz, comisionado Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios, la Cofepris.

El sector farmacéutico nacional le reconoce avances para eliminar rezagos de registros sanitarios y la desorganización administrativa que limitaba la prestación de servicios a los usuarios.

La Cofepris es reconocida por la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud como una agencia sanitaria con los más altos estándares de calidad.

 

JNO