Las tradiciones religiosas no se han perdido en los barrios de Iztacalco en la Ciudad de México, y así lo demostraron en el Martes de Pascua en la parroquia de San Matías con la repartición del agua de chía y horchata, y el levantamiento de los altares de los santos patronos de los barrios de la delegación.

Esta tradición ha perdurado con el paso de los años gracias a las mayordomías de cada barrio y se remonta al siglo XVIII cuando los franciscanos llegaron a evangelizar a los indígenas. Filiberto Velázquez Guevara, nativo del barrio de Santiago y fiel asistente del Martes de Pascua, comentó que “las crónicas del barrio dicen que cuando los franciscanos llegaron hacía mucho calor, y por eso les dieron agua de chía“.

Actualmente, cuando el patrono es despedido del templo de San Matías hacia la casa de la mayordomía correspondiente, es acompañado por algunas personas que son recibidas con agua de chía y horchata por los mayordomos, de esta manera se conmemora la llegada de los franciscanos a la casa de la sal, Iztacalco; sin embargo, el agua también es repartida entre las personas que se dan cita en la casa del mayordomo.

Para concluir la celebración, en el atrio de la parroquia de San Matías, se reza un rosario y posteriormente se lleva a cabo una procesión con el Santísimo que va de altar en altar. Al finalizar la procesión, las imágenes son llevadas a las casas donde son resguardadas por sus mayordomos, este viaje va acompañado de música y cohetes que anuncian el regreso del patrono a su lugar de descanso.

Filiberto Velázquez, “don Fili” como le llaman en el barrio, con 83 años de edad, quien participó en varias ocasiones en las mayordomías de Santiago Apóstol y la Virgen de Guadalupe, recuerda que preparar las aguas, la comida, el altar, comprar los cohetes y contratar a la banda de viento era una labor muy cansada, pero muy gratificante, “a veces daban ganas de echarse un pulque y ponerse a descansar después de tanto trabajo, pero la labor del mayordomo es de suma importancia en una fecha como el Martes de Pascua”, agregó.

Don Fili, al percatarse que las imágenes de Santiago Apóstol y la Virgen de Guadalupe son bajadas del altar para regresar con sus mayordomos, prepara sus botes para recolectar sus aguas. “¡Filiberto!, ¡Qué milagro, Beto!, Don Fili, ¿cómo ha estado?, ‘mayor’, ¿qué anda haciendo por acá?”, son frases escuchadas por Filiberto al llegar a la casa del mayordomo de la virgen.

Finalmente, mientras don Fili regresa a su casa, hace una parada en la parroquia de Santiago Apóstol y dice: “Vamos a tomarnos una foto para el recuerdo, viejito chulo”.

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