Si las estrellas acudieron a la última fecha FIFA pensando en los cierres de torneos con sus respectivos clubes (recalcar: ha sido volver y desembarcar en plenos cuartos de final de Champions League), ahora reincorporaron a sus equipos pensando, inevitablemente, en el Mundial.

A partir de este momento, algo más de dos meses para la inauguración, incluso las lesiones que no sean de cierta gravedad representarán quedarse fuera de Rusia 2018. Justo el instante en que asistir al llamado de una selección pasa de ser algo fastidioso, inoportuno, casi molesto, a convertirse en el punto cumbre del común de las carreras en este deporte: la Copa del Mundo.

No importa la resonancia, todo un símbolo de lo que Europa es hoy para Occidente y de la globalización como tal, que haya adquirido la Liga de Campeones de la UEFA. Tampoco que en esta era de polarizaciones muchos hayan tomado el bando Real Madrid o Barcelona, Mánchester City o United, Bayern o Dortmund, y más etcéteras. Como el Mundial, no hay nada igual.

Las razones pueden ser muchas y de lo más variadas, pero enfundarse una casaca nacional tiende a ser visto como el verdadero futbol por amor, quizá hasta un regreso a la infancia o a los sueños más dulces de la misma. Eso no significa que todo lo que implique un equipo vaya desprovisto de cariño o que todos quienes aparezcan con su selección lo hagan sin interés económico. Sin embargo, es fácil coincidir en que así como el futbolista se subasta para elegir club, así como amenaza con cambiar de aires si no se le sacian determinadas condiciones salariales e incluso deportivas, así como vive casi de paso en una institución, ciudad y país, lo que hay con la selección implica otra vinculación.

Tomemos Neymar como primer ejemplo: que el jugador más caro de la historia y uno de los mejor pagados que hayan existido, no tuviera duda al operarse un mes atrás, priorizando su recuperación puntual para la Copa del Mundo, resume todo.

Por colecciones de Champions y ligas que todo crack desea tener, ese trofeo con forma de helado en barquillo, pesa mucho más.

De ahí a suponer que la pierna se meterá con menor intensidad y arriesgará menos en los dos meses que nos quedan de temporada, hay largo trecho. Al calor de un deporte de contacto, es difícil renunciar a jugar al límite; ultimadamente, el riesgo a lesionarse suele acechar en donde menos se le espera: una caída en mala postura, la traición de algún ligamento, el movimiento más esencial, el absurdo de cada día.

Las ligas han reanudado este fin de semana y desde el martes nos metemos a las semanas determinantes de la Champions, pero todo ya será con aroma a Mundial: Rusia 2018 se disputa ya en las mentes de quienes lo harán posible; esos que, emocionados, presumen en redes sociales su estampa en el álbum mundialista.

Twitter/albertolati

JNO

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