“Doble amputado reclama pódium surrealista en su debut”, así lo describió la nota de la BBC, y el Telegraph remató: “Sobrevivió a uno de los más horribles accidentes en el deporte y volvió para brillar”. Ni más ni menos: Billi Monger.

Imposible dejar de admirar la hazaña de Billy quien después de perder ambas piernas en un choque a alta velocidad en la pista de Donnington Park, durante una carrera de Fórmula 4 hace menos de un año, reapareció este fin de semana para formalizar su carrera en Fórmula 3 británica conquistando el pódium con un fulgurante tercer lugar.

Lo hizo en un auto adaptado para maniobrar el acelerador y los cambios de velocidades desde el volante. El freno, que paradójicamente ni siquiera pudo tocar en aquel impacto que le costó las piernas, lo opera a través de un pedal que acciona con su prótesis derecha.

Monger se ha convertido en mucho más que un chico de 18 años ansioso por ser piloto de carreras, hoy en día es un fantástico ejemplo de valor, voluntad y superación. También símbolo de una generación.

Billy nunca fue un muchacho de dinero, su carrera en el karting transcurrió con muchos sobresaltos económicos para la familia, pero gracias al empecinamiento de su padre llegó a competir internacionalmente y ganar algo de reconocimiento en Inglaterra.

Después que salió de terapia intensiva tras las amputaciones, los medios lo cazaron y dieron algo más que notoriedad al caso. El drama ofreció un giro adicional y anunciaba catástrofe: sus padres no tenían recursos para costear la atención médica y la rehabilitación.

Vinieron las comparaciones con Alex Zanardi. Con él habló por teléfono apenas al despertar del coma inducido, para recibir un gesto de amistad y apoyo total desde el corazón del legendario atleta italiano, de quien Monger había escuchado apenas un par de historias sin prestar atención.

Cuando Zarnardi perdió ambas piernas tras el accidente en el óvalo del EuroSpeedway en Alemania, Monger no había cumplido un año de edad.

Pero la tragedia no llegó. La comunidad Racing se sumó para aportar 700 mil libras que sirvieran para mitigar el impacto de las cuentas por intervenciones quirúrgicas, tratamientos, prótesis que ayudarían a que Billy recuperara su vida apenas a los 17.
Seis meses después de haber chocado brutalmente, Monger inició su campaña de retorno.

Fue al hospital donde le atendieron e hizo obsequios a todos los miembros del piso, enseguida se hizo voluntario para recaudar fondos que sostengan a personas amputadas en Gran Bretaña y le apuntó a volver a las pistas en una categoría mayor a la que dejó aquel 16 de abril en Donnington.

Escucharemos, seguramente, muchas más historias y geniales acciones de Billy, no tengo duda que vendrán muchos logros deportivos y tampoco de que su juventud nos garantiza que permanecerá como un miembro ejemplar de su generación y otras que vendrán.

Pero todo esto hubiera sido imposible sin otro gesto, un acto de fraternidad que pasa hoy casi inadvertido, el de Bonny.

Es la hermana menor de Billy. Ella vio desde los pits el choque y corrió. Llegó al sitio donde estaba el auto despedazado y su hermano, su héroe íntimo, con las piernas atrapadas entre los restos del monoplaza y perdiendo sangre dramáticamente.

Bonny se agachó y rescató la mano derecha de Billi, retiró el guante y la apretó mientras los paramédicos y oficiales de pista hacían los trabajos de rescate. Monger no perdió la conciencia gracias a la mano de su hermana y dicen que eso fue lo que impidió que perdiera la vida ahí mismo.

Bonny es la heroína de Billy.

JNO