Foto: EFE Mantener viva la llama de las lenguas prehispánicas de México es una labor a la que se han sumado muchas personas con historias similares a la de Genaro  

“Tleka moneki timomakistisjke” (“Necesitamos liberarnos”), responde con cierto resentimiento y en menos de un segundo Genaro Medina Ramos en su lengua natal, el náhuatl, tras la pregunta de por qué es importante conservar las lenguas originarias de México.

Medina Ramos es maestro de náhuatl desde hace más de 20 años. Originario de una pequeña comunidad ubicada en las faldas del volcán Iztaccíhuatl, en el centro de México, Genaro se aferra a su cultura y la transmite cada día a su familia y a sus alumnos en las clases.

“El engaño que tuvimos es que el náhuatl no tenía valor, que era para la gente sin razón; hoy me doy cuenta de que es muy valioso”, señala el maestro. En casa obliga a sus hijos y nietos a hablar este idioma.

Humilde y sencillo, alejado y receloso del mundo tecnológico, camina con sus huaraches (sandalias) varios kilómetros hasta llegar al transporte público más cercano en su comunidad.

Son cerca de dos horas las que tarda en llegar al Complejo Cultural de San Pedro Cholula, en el estado mexicano de Puebla, donde dos días a la semana imparte clase a jóvenes, adultos y hasta a personas extranjeras.

“El náhuatl se estudia por voluntad pero debería ser por ley”, enfatiza el maestro, quien opina que el estudio de esta lengua lleva entre uno y cinco años.

“Todo mexicano necesita conocer su idioma para ser libre; tener opinión, decisión y carácter”, añade con firmeza.
En México existen 364 lenguas en 68 agrupaciones lingüísticas, de las cuales 64 están en riesgo de desaparecer, según el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (Inali).

Tras la conquista y la llegada de los españoles a México había más de 500 lenguas vivas que fueron decayendo con el paso de los años. Del siglo XVI hasta la fecha, se han perdido más de 100 lenguas.

Mantener viva la llama de las lenguas prehispánicas de México es una labor a la que se han sumado muchas personas con historias similares a la de Genaro.

Desde el ámbito tecnológico, Daniel Cuaxiloa y Rigoberto Domínguez, que estudiaron Ingeniería Mecatrónica en Puebla, diseñaron la aplicación para celulares Tozcatl, que sirve para aprender a hablar y escribir náhuatl.

JNO