El primer error del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), y de muchos más, es caer en el juego antidemocrático de Andrés Manuel López Obrador, quien cree que son innecesarias ya las elecciones, que él será el próximo Presidente y que por lo tanto desde ya puede empezar a dictar su voluntad.

Lo primero que debe tener claro todo el mundo, incluido el CCE, es que nadie se puede declarar ganador de la contienda presidencial; no hay un destino manifiesto para que Andrés López sea el próximo mandatario. Y aunque presuma hoy 30% de apoyo en las encuestas, está el 70% restante que claramente no está con él.

La radicalización es una táctica de libro de texto que además este candidato lleva más de 20 años ensayando. Por eso es que ante la amenaza irracional de terminar con un proyecto tan avanzado como el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAIM), Juan Pablo Castañón, presidente del CCE, pensó que era un triunfo que AMLO les aceptara una discusión técnica del tema.

Mordieron el anzuelo e involuntariamente se han sumado a la campaña del radical que ahora le dará largas al tema hasta el día de los comicios.

El NAIM es una decisión tomada que en su momento mereció el análisis y la discusión de los expertos y los interesados en el tema. En esa oportunidad, López se quedó callado.

Lo mismo sucedió en discusión previa a la reforma energética. López Obrador desapareció del mapa y no mostró ninguna oposición. Hay quien dice que en aquel momento no lo hizo porque recién le había dado un infarto al corazón, pero otros dicen que además se guardó la carta como simple estrategia electoral.

La construcción del nuevo aeropuerto es una obra con el aval de los verdaderos expertos y la decisión del gobierno de llevarlo a cabo ante la inocultable realidad de que el aeropuerto actual lleva más de una década rebasado por la demanda.

El NAIM no sólo es una obra de infraestructura necesaria para el país, es la muestra de que México podía tomar decisiones de más de seis años. La idea original era que no le importaba al actual Presidente que alguien más la inaugurara. Nunca se creyó que alguien destruiría este gran proyecto.

Es una trampa vil llevar cinco técnicos del CCE, cinco técnicos del Gobierno federal y cinco técnicos de López Obrador porque, de entrada, este astuto populista logró ponerse a la misma altura de los que hoy legítimamente toman decisiones.

Pero al mismo tiempo sus “técnicos” ya llevan la instrucción de decir que al final pudieron demostrar a los otros 10 que el NAIM no sirve, pero que por cuestiones políticas no lo van a confesar.

Los representantes de la cúpula empresarial fueron chamaqueados, son utilizados y lo peor es que hasta hoy siguen creyendo que le están haciendo un favor a la patria al discutir “técnicamente” la construcción del NAIM con alguien que ya tiene tomadas sus decisiones.

JNO