Foto: Cuartoscuro El estudio, publicado por la Revista Apoptosis, fue realizado por científicos del Instituto de Investigaciones de Biotecnología y Biología Molecular en colaboración con el Instituto de Investigaciones Biomédicas en Argentina  

Científicos de universidades argentinas utilizaron un virus de insectos como vehículo hacia el interior de tumores, para impedir que éstos crezcan.

Los especialistas detallaron que la proteína denominada humanina impide el mecanismo natural de muerte celular programada llamada apoptosis, por el cual una célula infectada por un virus, por ejemplo, planifica el cese de sus funciones vitales para salvar al resto del organismo.

El estudio, publicado por la Revista Apoptosis, fue realizado por científicos del Instituto de Investigaciones de Biotecnología y Biología Molecular (IBBM, CONICET-UNLP) en colaboración con el Instituto de Investigaciones Biomédicas (INBIOMED, CONICET-UBA) en Argentina.

Indicaron que con la ayuda de la humanina se evitaría su multiplicación y propagación; sin embargo, desde hace tiempo la ciencia ha observado que en ciertos tipos de tumores, la presencia de esta proteína se ve aumentada, precisamente para proteger a las células enfermas de esa autodestrucción y permitir que sigan creciendo.

Los investigadores ejemplificaron que uno de esos casos es el de hipófisis o glándula pituitaria, ubicada en la base del cráneo y encargada de controlar procesos vitales básicos como el metabolismo, el crecimiento, la maduración sexual, y otros.

“Observamos que las células tumorales estaban protegidas de la apoptosis gracias a una producción exagerada de humanina que las hacía resistentes a las terapias. Sabíamos que teníamos que eliminarla, y la manera de hacerlo era interferir en su producción. Lo complicado era llegar hasta el núcleo de las células para desactivarla”, destacó uno de los autores del trabajo, Matías Pidre.

En tanto, el investigador superior jubilado del CONICET, Víctor Romanowski precisó que a través de su evolución, los virus han aprendido a introducir su propio material genético en las células, lo cual ha resultado eficiente, ya se asocian a una de ellas y empiezan a replicarse.

La mejor alternativa aparecía de la mano de los baculovirus, un grupo que afecta de forma específica a insectos, y que resulta inofensivo para mamíferos.

Romanowski señaló que el microorganismo les sirvió como el vector adecuado para lo que necesitaban: un gen artificial que insertaron en el genoma del virus con información que, al ser leída por la maquinaria celular, inhibiría la producción de humanina.

Asimismo, realizaron ensayos in Vitro y con animales, por lo que obtuvieron resultados exitosos con la estrategia del caballo de Troya, en alusión al mito de la antigua Grecia: nada menos que una sobrevida del 80 por ciento en los ratones que fueron tratados con el virus en comparación con los que no.

“Ahora estamos probando lo mismo con otro tipo de tumores que representen una preocupación mayor para la salud pública, como de mama, ovarios y cerebro, en los que también se da esta sobreproducción de la proteína”.

“A futuro, la idea es combinar este método con una terapia convencional, como quimioterapia, por ejemplo, para hacer a las células cancerosas más vulnerables a los fármacos”, puntualizó Matías Pidre.

 

DPC