Fue una operación secreta y delicada.

La detención y presunta desaparición de Marco Antonio Sánchez Flores por policías capitalinos estuvo a punto de convertirse en un gravísimo problema en la Ciudad de México.

Actores fundamentales fueron el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Enrique Graue Wiechers, y el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera.

La historia es conocida.

Sánchez Flores, un alumno sin mayor relevancia de la Preparatoria 8 de la UNAM, fue detenido por agentes preventivos bajo la sospecha de haber robado el celular con el cual tomaba fotos.

Según su dicho, no hubo delito y lo liberaron a dos cuadras.

De lo sucedido a continuación, y durante horas y días, hay mil dudas y, al parecer, ni él, en condiciones mentales indefinidas, es capaz de explicar para fincar responsabilidades.

Su salud psíquica es un problema grave, a juzgar por el veredicto del Hospital Psiquiátrico Infantil Dr. Juan Navarro, donde se le detectó un cuadro de “delirio mixto”, “discurso desorganizado”, “irritable” y “fluctuaciones de estado de alerta”.

Pero mientras el joven de 17 años era buscado, se gestaba un conflicto de dimensiones mayúsculas.

DIÁLOGO DE MANCERA CON EL RECTOR

Tal vez no hubiera llegado a los niveles de 1968.

Pero viernes y sábado, la comunidad universitaria –preparatorianos, ceceacheros y hasta estudiantes de facultades- preparaban una manifestación masiva para exigir la presentación con vida de Marco Antonio Sánchez Flores.

Las alertas se activaron.

El equipo de rectoría de la UNAM comenzó a operar.

Lo primero fue sumarse al reclamo de la reaparición de un estudiante sin mayor trascendencia ni brillantez académica, pero al final de cuentas una vida humana cuyos derechos habrían sido violados.

Alguien habrá informado a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, pues Luis Serna, leal secretario particular de Miguel Ángel Mancera, habló con todos los órganos de gobierno.

Y, cuando los preparativos de la protesta avanzaban, Mancera se comunicó con Graue, y las dos instituciones -el gobierno de la ciudad y de la universidad- coordinaron esfuerzos.

La marcha iba a ser el lunes, mal síntoma en año electoral y con la pradera nacional seca.

Pero el domingo se difundieron informes de Marco Antonio, apareció la familia del joven preparatoriano para certificar su identificación y se prometió información fidedigna, incluida la garantía de respetar sus derechos humanos.

Falta el resultado final, pero la UNAM ya no está en ebullición y Mancera puede respirar tranquilo.

LA CONTIENDA PRESIDENCIAL EN LA TV

La contienda presidencial ha llegado a la televisión abierta.

A la nueva temporada de El privilegio de mandar, Televisa ha agregado el programa Si me dicen no vengo, de Joaquín López-Dóriga en su reaparición en la pantalla doméstica.

El privilegio…, rescatado de su primera etapa iniciada en 2005, reapareció con audiencia de 23.44 en porcentaje de televisores encendidos: más de 2.4 millones de televidentes, según Nielsen Ibope.

La empresa de Emilio Azcárraga se propone posicionarse en el contexto de la batalla electoral y, más allá de los noticieros, presenta como éxito a Carlos Loret con 720 mil televidentes en su noticiero matutino.

JNO

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