Me parece que, oooootra vez, vamos a tener que desempolvar los libros de Jorge Ibargüengoitia. ¿Lo leyeron? Guanajuatense muerto demasiado pronto, tuvo tiempo en sus 54 años de hacer un puñado de novelas satíricas, entre las que recomiendo hoy más que nunca Los relámpagos de agosto, sobre los gobiernos revolucionarios –un festival de puñaladas por la espalda, muestra de que la buena literatura es atemporal, y lean si no la prensa–, pero sobre todo de escribir durante años, más que nada en Excélsior, una columna que podía ser lo mismo un ensayo, que una crónica, que un artículo, que una mezcla de los tres, y que retrataba con una mala leche de veras envidiable los usos y costumbres de aquel México, el de los 70, es decir, el del carro completo, el auge petrolero, la permanencia de los viejos cacicazgos, la pantomima nacionalista, la prensa a modo, el auge petrolero como fuente de delirios faraónicos. Gran columnista, Ibargüengoitia. Y un columnista que pueden leer sin complicaciones, porque buena parte de lo que escribió en los periódicos se conserva como libro gracias a una serie de recopilaciones posteriores, muchas debidas a Guillermo Sheridan: Autopsias rápidas, La casa de usted y otros viajes, ¿Olvida usted su equipaje? y, por supuesto, Instrucciones para vivir en México, a la que robé el título de esta columna porque me parece que ni mandado a hacer para los tiempos que corren.

Y es que México ha cambiado muchísimo, evidentemente, pero se acercan las elecciones presidenciales y cada vez que eso pasa empiezan varios agentes sociales a ponerse digamos que regresivos, es decir, empiezan a desempolvar a su priista interior, y me refiero al priista de vieja guardia, al priista a la antigua, al clásico. Entonces Anaya, el que nació del único partido que intentó plantarle cara al priismo echeverrista-portillista, el PAN, dice que le va a pasar una lana a cada mexicano nomás por el hecho de serlo, onda un Hugo Chávez de derechas; el que sí es echeverrista, o sea AMLO, promete también dinero para los ninis y algo así como llegar a la sierra sinaloense a caballo a negociar con los malos paz por amnistía; y el del partido que se tiene que desembarazar de sus prácticas echeverristas-portillistas, Meade, fue ungido en una ceremonia a dedo, con “fuerzas vivas” y toda la cosa.

Así que si las elecciones traen de regreso al México setentero, saquen del botiquín el antídoto. Se llama Jorge Ibargüengoitia, murió el año 82 en un accidente aéreo en Madrid y básicamente lo entendió todo.

 

JMSJ