SCHATZYE CHIÑAS Ante el riesgo que conlleva separar los desperdicios sin el equipo adecuado, algunos trabajadores pidieron que se les avise o se marquen las bolsas con residuos peligrosos  

Carlos es chofer de un camión de basura desde hace 21 años. A lo largo de este tiempo, ha sido testigo de accidentes con residuos peligrosos y también, de algunos cambios en el modo de trabajo debido a la puesta en marcha de la Ley de Residuos Sólidos en la Ciudad de México.

“Cuando empecé en esta chamba era bien peligroso manipular la basura porque no sabías lo que te ibas a encontrar. Ya cuando salió la ley de separarla en orgánica e inorgánica sí nos ayudó, pero no mucho porque todavía la teníamos que escoger”.

El hombre, quien conduce uno de los 300 vehículos recolectores de desechos de la delegación Gustavo A. Madero, narró a 24 HORAS que el riesgo en la separación de residuos ha disminuido en la capital del país, sin embargo, en el Estado de México aún se corre peligro.

“Este año (2017) el panorama cambió, ahora la máquina (integrada a los camiones) separa la basura y nosotros ya no nos arriesgamos, pero los que sí batallan son los del Estado (de México)”, comentó Carlos.

El contraste entre los trabajadores de ambas entidades, aseguran, está en que los primeros cuentan con camiones equipados con cámaras que separan y comprimen los desperdicios y los segundos aún realizan su labor a mano; además, no cuentan con el equipo necesario (guantes, overoles y lentes) para protegerse.

CON PERSONAL ESPECIALIZADO

Ante el riesgo que conlleva separar los desperdicios sin el equipo adecuado, algunos trabajadores pidieron que se les avise o se marquen las bolsas con residuos peligrosos.

“Sería bueno que los usuarios colocaran un letrero que indique si dentro de las bolsas hay algo que pueda ser peligroso para nosotros los trabajadores (…). Ya si no quieren poner un letrero, pues mínimo que avisen, pero si meten unas jeringas destapadas en una bolsa en la que parece que hay puro papel, pues uno se va con la finta y se pica”, declaró Rafael, operador de un camión de basura en el municipio de Tecámac.

En tanto, Beto, otro recolector, contó que una vez se cortó en el dedo gordo de la mano derecha con una lata de atún. “Uy, me salió harta sangre, haz de cuenta que se me floreó; lo peor fue que tuve que irme al doctor y no pude trabajar en lo que me quitaban los puntos”.

De acuerdo con Lourdes López, médico con 20 años de experiencia en empresas como jefa de seguridad e higiene, “lo adecuado es llevar las jeringas usadas y trozos ampolletas con el médico que nos las recetó para que éste se deshaga de los desperdicios, ya que él está autorizado para tirarlos de forma segura o bien a nuestra clínica de salud más cercana donde los reciben sin ningún problema”.

 

JMSJ