Durante la “noche más fría del año”, cientos de personas a caballo y a pie realizaron la tradicional peregrinación de los ocho pueblos de Iztapalapa a la Basílica de Guadalupe.

 

Mientras los peregrinos se acomodaban sobre la calzada Ermita Iztapalapa, las mujeres en la casa del mayordomo de los caballerangos continuaban preparando cochinita y tamales para al menos 800 personas.

 

Los tamales son para desayunar en la Basílica de Guadalupe después de la misa de siete, a la que los contingentes encabezados por los ocho mayordomos de los barrios tradicionales de Iztapalapa, así como jinetes de los pueblos de Texcoco, Xochimilco, Ozumba y San Gregorio Atlapulco, entre otros, llegaron.

 

La cochinita es para la tarde, cuando todos regresen a la colonia Ampliación Los Reyes Culhuacán, a casa del mayordomo Orlando Morales.

 

Los pueblos originarios de Iztapalapa realizan la peregrinación el cuarto jueves de noviembre desde hace más de 200 años; cada uno lleva a los santos e imágenes más representativos de su territorio.

 

Sin embargo, desde hace 26 años inició la tradición de los jinetes y desde hace siete años se formó una mayordomía para el gremio.

 

De acuerdo con Patricia Martínez, secretaria de la Sociedad de Jinetes a Caballo de los Ocho Barrios de Iztapalapa y el Pueblo de Culhuacán, la idea de la cabalgata fue del señor Martín Quintanilla, taxista de ocupación, quien en 1991 organizó a un reducido grupo a caballo para unirse a la peregrinación.

 

Al pasar el tiempo encontró una virgen rota en la calle, la reparó y le construyó un carruaje para llevarla. Ahora juntan de 700 a mil jinetes para la romería e instituyeron la mayordomía desde hace siete.

 

El señor Orlando y sus cinco hermanos esperaron siete años por la mayordomía y la lista para el cargo está llena hasta el año 2026. La principal motivación de Morales para participar es agradecer y pedir por su hija menor, que ya tiene 10 años de edad pese a los pronósticos médicos que indicaban lo contrario.

 

A casa de la familia Morales llegó la delegada de Iztapalapa, Dione Aguiano y acompañó al mayordomo de la casa al santuario del Señor de la Cuevita. La delegación, dijo, apoya las tradiciones de los pueblos originarios de Iztapalapa y la organización de la gente.

 

El señor Otoniel Villareal Martínez es jinete de San Gregorio Atlapulco, Xochimilco, un poblado afectado por el sismo del pasado 19 de septiembre. Las casas siguen destruidas, dijo, por eso el contingente es de 80 caballerangos, la mitad de otros años: “Pero estamos aquí”, afirmó.

 

Alrededor de las 02:30 horas, la peregrinación salió de Iztapalapa y llegó a su destino a las 06:30 horas, antes de que saliera el sol y que abrieran las puertas del templo mariano. En ese tiempo, la temperatura bajó de los ocho a los cinco grados, por lo que los caballerangos usaban ponchos y edredones en las piernas.

 

Del santuario del Señor de la Cuevita, en calzada Ermita Iztapalapa, a la Basílica de Guadalupe, en la delegación Gustavo A. Madero, hay casi 20 kilómetros que los peregrinos recorrieron en aproximadamente cuatro horas por vialidades como Ermita Iztapalapa, Calzada de la Viga, avenida Circunvalación y calzada de Guadalupe, entre ruidos de cascos, relinchos y tragos discretos.

 

Los caballos no pueden entrar a la plaza de la Basílica de Guadalupe, por lo que los dejaron amarrados en calles aledañas y el parque del Mestizaje.

 

Los ocho mayordomos de Iztapalapa, así como las asociaciones de floristas y jinetes esperaron formados con sus ídolos y estandartes en mano a que las puertas de la basílica abrieran para la misa de siete.

 

Al salir recobrarán fuerzas con los tamales que la familia Morales ha llevado. Después del desayuno, la gente de a pie regresa en carro o transporte público, pero los jinetes deben volver a caballo por donde vinieron y tardarán otras cuatro horas, pero en casa de los Morales la comida los estará esperando.

 

 

AFH