Ofrendas, las diferentes etapas de construcción del Templo Mayor, el hallazgo de diferentes deidades y los últimos descubrimientos en la zona, fueron el eje de la charla que ofreció el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma en el Colegio Nacional, como parte de las actividades del Festival del Centro Histórico.

 

 

Acompañado del director artístico del festejo, Sergio Vela, el prominente investigador hizo un repaso del Proyecto del Templo Mayor que en el 2018 cumplirá 40 años, así como del Programa de Arqueología Urbana (PAU), fundado en 1991, y de los principales descubrimientos del Recinto Sagrado de México-Tenochtitlan.

 

 

Fue el caso de las deidades dedicadas al Sol, la Luna y la Tierra; el Calendario Azteca o Piedra del Sol, descubierto hace 226 años en 1790; la Coyolxauhqui o diosa lunar en 1978 y el monolito de Tlaltecuhtli, que representa a la diosa de la tierra, hallado en el 2006.

 

 

El Premio Nacional de Ciencias y Artes 2007 contó que las excavaciones del Templo Mayor iniciaron el 20 de marzo de 1978, tras el hallazgo de la Coyolxauhqui el 21 de febrero de ese año, y destacó que llevó un lustro el trabajo para dar con el principal edificio mexica y que ocupó el lugar principal dentro del recinto ceremonial.

 

 

Explicó que en la parte superior del edificio conducían los adoratorios de las deidades: Huitzilopochtli, dios de la guerra y Tláloc, dios del agua o de la lluvia, dioses que eran una evidencia de cómo se sustentaba la sociedad mexica.

 

 

“Por un lado Huitzilopochtli, quien los guía hasta Tenochtitlan, y del otro lado, tenemos a la producción agrícola, Tláloc. Uno representa agua y vida, y el otro, la muerte, la imposición militar. Vida y muerte la dualidad por excelencia en el mundo prehispánico”, expresó el arqueólogo.

 

 

Consideró que para el mexica el Templo Mayor representó el centro del universo y refirió que se trataba del lugar donde podían subir las fuerzas hacia los niveles celestes o bien, bajar hacia el inframundo.

 

 

Matos Moctezuma destacó algunas de las ofrendas que se han encontrado durante las excavaciones en el lugar, como la 41, 39, 44, 102 y 126, hallando infinidad de objetos de diverso valor como jarras, restos de animales marinos, conchas, caracoles, corales, objetos en oro y obsidiana, huesos quemados, entre otros.

 

 

Enseguida, abordó el Programa de Arqueología Urbana, que estudia los siete siglos de historia acontecida en el área que ocupara el Recinto Sagrado mexica, mediante la realización de excavaciones de rescate o salvamento arqueológico, en varios inmuebles y predios del Centro Histórico.

 

 

De todos los hallazgos realizados en el marco de este programa, resulta de particular importancia la localización de cerámica tolteca de la fase Tula (900-1000 d.C.), la ubicación del Juego de Pelota más importante del recinto y siete ofrendas dedicadas a Tláloc, encontradas en La Casa de las Ajaracas y Las Campanas, estas últimas construidas sobre la plataforma del Templo Mayor, además de la ubicación y rescate de los restos del Calmécac.

 

 

Matos Moctezuma también hablo de las excavaciones que ha tenido la Catedral y el Sagrario Metropolitanos de 1991 a 1998, y mencionó que se trató de trabajos que se efectuaron porque la Catedral comenzó a desquebrajarse, debido al hundimiento de la zona por la extracción de los mantos acuíferos en los siglos XVIII y XIX.

 

 

Detalló que tal resquebrajamiento es producto de que la propia Catedral esta cimentada por edificios prehispánicos que sirvieron como cuña, de tal manera que el asentamiento era diferencial lo que causaba ranuras y un peligro inminente para el edificio.

 

 

Indicó que un grupo de ingenieros implementaron tecnología de punta para subsanar el problema, con una serie de pozos y encontrando a su vez, toda una serie de elementos prehispánicos del año 1390 y 1480, “edificios de un calibre y tamaño considerable”.

 

 

Más tarde, Eduardo Matos llegó hasta el año 2006, cuando se encontró en el predio conocido como Las Ajaracas a la diosa Tlaltecuhtli, una deidad cuya función era “devorar cadáveres y parirlos al lugar que se les destinaba después de la muerte”.

 

 

“Es decir, si eran guerreros, irían a acompañar al Sol, si morían ahogados relacionados con el agua, irían al Tlalocan y si morían de otra forma, iban al Mictlán”, indicó.

 

 

El también miembro del Colegio Nacional se refirió a los últimos hallazgos en el Templo Mayor: el Cuauhxicalco, mencionado en las fuentes históricas como lugar de enterramientos de varios tlatoanis mexicas, como Axayácatl, Tízoc y Ahuítzotl.

 

 

“Actualmente se excava en su interior para ver si se encuentran los restos de estos tlatoanis, mismos que eran enterrados en vasijas, pues eran incinerados”, detalló el experto.

 

 

Por último, mencionó que a finales de año, en octubre, se llevará a cabo una exposición en el Museo del Templo Mayor, celebrando sus 30 años, y en la que se ofrecerá un panorama de lo que ha aportado el proyecto del Templo Mayor a la investigación mexica.