Jonathan Martínez, el niño mexicano que perdió la vida el pasado lunes durante un tiroteo en la escuela primaria North Park, en San Bernardino, California, había sido sometido a un par de cirugías del corazón.

 

Padecía el Síndrome de Williams, una enfermedad genética rara caracterizada por un trastorno del desarrollo que asocia una malformación cardiaca y que en el 75 % de los casos, con retraso psicomotor, con una dismorfia facial característica y un perfil cognitivo y conductual específico.

 

A sus 8 años, Jonathan había sido sometido a un par de cirugías, pero su muerte no ocurrió en un quirófano, sino en un salón de su escuela.

 

El pequeño estaba junto a su profesora, Karen Smith, cuando el esposo de ella, Cedric Anderson, ingresó al aula y sacó un revolver.

 

Según la Policía, los diez balazos que disparó el atacante iban dirigidos a la maestra, pero también alcanzaron a Jonathan y otro compañero que sobrevivió.

 

Fotografías que su familia ha compartido a la prensa reflejan que desde pequeño le inculcaron el orgullo hacia su cultura hispana.

 

Dale Marsden, superintendente del Distrito Escolar de la ciudad de San Bernardino, señaló que el menor disfrutó su corta vida a pesar de que sufría los padecimientos asociados al Síndrome de Wiliams, que también causa problemas psicológicos, incluida la depresión y discapacidad.

 

“Contrario a los desórdenes que pueden hacer difícil la vida de un hijo, los niños con el Síndrome de Williams tienden a ser sociales, amigables y resistentes al dolor”, expresó. Con información de Univisión

 

JRAM