El debate en el Congreso de Estados Unidos sobre el plan republicano para derogar la reforma sanitaria del ex Presidente Barack Obama comenzó con tensiones y enfrentamientos entre los propios conservadores que la consideraron una versión ligera del Obamacare, lo que augura una dura y larga discusión sobre el asunto en el Capitolio.

 

 

Varios legisladores acusan a la propuesta de traicionar el dogma conservador de rigidez fiscal al mantener los subsidios de la ley actual, bajo el disfraz de descuentos en impuestos para quienes adquieran su seguro médico.

 

 
“Esto es un Obamacare light, y no será aprobado. Los conservadores no van a apoyar eso”, dijo este martes el senador ultraconservador y ex aspirante presidencial Rand Paul.

 

 
“Esto no es lo que estábamos esperando. Es una oportunidad perdida y un paso en la dirección equivocada. Prometimos al pueblo americano que drenaríamos el pantano y acabaríamos con los modos de Washington. Esta ley no lo hace”, afirmó por su parte el senador republicano Mike Lee.

 

 
Si bien sus enmiendas para modificar el proyecto de ley no van a ir muy lejos dada la mayoría republicana, los demócratas están usando estrategias legales para retrasar el procedimiento, obligando, por ejemplo, a que los textos sean leídos por completo durante las audiencias.

 

 

 

De hecho, la oficina no partidista de presupuesto del Congreso (CBO, en inglés) no ha podido aún analizar el contenido de las mismas y emitir un informe sobre su impacto, por lo que los demócratas reclamaron la necesidad de no continuar con el asunto hasta que dicho análisis sea público.

 

 

 

Los demócratas fueron extraordinariamente críticos, asegurando que la reforma sanitaria actual, conocida como Obamacare, ha proporcionado acceso a la salud a más de 20 millones de estadunidenses que antes no tenían cobertura médica.

 

 
“Nuestro equipo está, a través de las radios locales y las televisiones locales, trabajando para que llegue el mensaje correcto al pueblo estadounidense (…). (Hablar de) por qué tenemos una crisis en este momento en la asistencia sanitaria y por qué está fallando Obamacare”, dijo el vocero de la Casa Blanca, Sean Spicer, en su rueda de prensa diaria.

 

 

 

“Pero luego, en segundo lugar, (explicar) por qué la solución (…) es la correcta para reducir los costos y para reestablecer la elección (de opciones de seguro)”, agregó Spicer.

 

 

 

Son precisamente esos los principales objetivos de los republicanos, quienes acusan al sistema actual de no ofrecer diferentes alternativas de seguros y obligar a los ciudadanos a adherirse a planes que pueden no ser de su gusto.

 

 

 

Alrededor de la mitad de los estadounidenses posee una cobertura privada a través de su empleador, de acuerdo con la Fundación Kaiser Family. Apenas un tercio de la población aproximadamente tiene acceso a un sistema público, reservado a los ciudadanos más pobres (el programa Medicaid) y a las personas de más de 65 años (Medicare). El resto de la población queda sin cobertura médica y debe buscar un plan privado individual o mantenerse fuera del mercado. Estos últimos deben pagar precios exorbitantes cuando precisan atención médica y, según estudios de mayo del año pasado, sumaban nada menos que 29 millones de personas.