Recién proclamado mejor equipo del Siglo Veinte por la FIFA, reencontrado con su vieja grandeza al haber conquistado tres Champions League en cinco temporadas (1998-2002), con sus finanzas –cercanas a la bancarrota poco antes– relanzadas para hacer comprable a cualquier futbolista, el Real Madrid celebraba su centenario con un optimismo arrebatador.

 

 

 

En una noche de fría lluvia madrileña, estaba por comenzar el momento cumbre en los festejos: los blancos contra Resto del Mundo. Justo mientras se estrenaba el himno cantado por Plácido Domingo y compuesto por José María Cano, los futbolistas se paraban en fila, listos para ser saludados por Florentino Pérez y Joseph Blatter.

 

 
Cada gesto de Florentino desataba especulaciones: con quién se reía, a quién ponía mayor atención, en quién se detenía. Cafú, Paolo Maldini, Lizarazu, Michael Ballack, Kaká, Miroslav Klose, un resurgido Roberto Baggio, un jovencísimo Fernando Torres, un defensa del Mónaco deseado por los blancos como Rafael Márquez, un Samuel Eto´o que no había recibido oportunidad de destacar en esa casa.

 

 
Las recientes llegadas de Figo, Zidane, Ronaldo, más la de David Beckham que empezaba a darse por hecho, hacían ver en Florentino a algo más que un tiburón. Nadie dudaba que cuanto astro pretendiera el magnate de la construcción, aterrizaría en el barrio de Chamartín.

 

 
El Madrid se preparaba para el más amplio reinado, inconsciente de que en Barcelona, justo donde ese año se cambiaba de entrenador tres veces y los cracks huían, estaba por gestarse un gran proyecto.

 

 
Imposible sospecharlo. Como imposible pensar que ganar títulos se complicaría de tal manera a la institución. Tanto, que apenas tres años después, Florentino dimitiría tras una derrota en Mallorca y que la siguiente Champions no iba a llegar a sus vitrinas hasta 2014.

 

 
Como en todo episodio histórico, los hubieras son muchos a quince años de ese centenario: si Claude Makelele, quien soportaba con sus pulmones a tanto virtuoso, no hubiera sido vendido; si Vicente del Bosque hubiera sido renovado; si un par de defensas, como Márquez, hubieran sido comprados; si Ronaldinho, a quien se tenía atado pero para quien no había disponible cupo de extranjero, no se hubiera escapado al Camp Nou.

 

 
Quince años que de ninguna forma han sido como el grueso de la afición merengue quisiera.

 

 

Quince años de numerosos proyectos truncados, de la ruptura que supuso José Mourinho, de feas salidas de las principales figuras (Iker Casillas, Raúl González, Ronaldo, Figo), de varios fichajes ruinosos, de apenas dos ligas consecutivas…, ganadas justo cuando Florentino dejó la presidencia. Quince años que han coincidido con la mejor etapa en la historia del Barcelona, inevitable sombra, a donde prefirió ir alguna estrella como Neymar.

 

 
Quince años espléndidamente maquillados por las dos recientes Champions League. Y es que así es la naturaleza del Madrid, que incluso en supuesta o genuina crisis, siempre está y estará. Por los siglos de los siglos. De centenario en centenario. Finalmente, y al margen de si los errores han sido por negligencia o por soberbia, de eso se trata una dinastía.

 

 
Twitter/albertolati

Las opiniones expresadas por los columnistas son independientes y no reflejan necesariamente el punto de vista de 24 HORAS.