Perry, de 66 años, se presentó a las recientes primarias republicanas e hizo de la crítica a Trump, al que llegó a comparar con un “cáncer para el conservadurismo”, su bandera de campaña. Ahora, él se une a la célula maligna. Y, además, dirigiendo uno de los tres departamentos que pretendía eliminar de ser elegido presidente. No solo lo quería abolir: es que no se acordaba de su nombre. Fue en un debate televisado el 11 de noviembre de 2011, cuando en una especie de concurso con el congresista Ron Paul acerca de quién iba a cerrar más Departamentos estatales.

 

“Son tres las agencias del Estado que, cuando yo llegue allí [a la Casa Blanca], se acaban: Comercio, Educación, y… eh… ¿cuál es la tercera?”, dijo Perry. Como admitió después del debate, cuando por fin le llegó la inspiración, el tercer organismo estatal era el Departamento de Energía.

 

Contrario al intervencionismo estatal, Perry convirtió Texas en los últimos años en un contrapoder frente a Washington, enfrentado constantemente a las iniciativas del presidente, Barack Obama, y con una postura cambiante en inmigración en un estado con 40% de población hispana.

 

Si en 2001 apoyó la Texas Dream Act, una ley que permite a indocumentados el acceso a la Universidad en condiciones ventajosas, antes de dejar el cargo militarizó la frontera con México en una de las mayores crisis migratorias de los últimos años.

 

En otro anuncio pero ya oficial, el Presidente electo designó a Stephen Miller como asesor presidencial senior para Políticas Públicas, unas funciones que ya venía desempeñando desde comienzos de este año durante la campaña electoral.