BERLÍN. La canciller endureció el tono en su política migratoria en momentos en que Alemania está sumergida en una fuerte polémica tras las detenciones de un refugiado afgano de 17 años por violación y asesinato y de otro sospechoso, un iraquí de 31 años, también por violación.

 

Angela Merkel, que logró ayer el apoyo casi cerrado de sus filas conservadoras, a falta de diez meses para unas elecciones generales en las que optará a un cuarto mandato, afirmó que no todos los refugiados podrán quedarse en Alemania y se comprometió a agilizar las expulsiones de aquellos que no tengan perspectivas de ser admitidos como asilados.

 

Cada una de las peticiones de asilo se evaluará individualmente, prometió, hasta determinar si les asiste ese derecho, y se redoblarán los esfuerzos para integrar en la sociedad a aquellos que sí precisan protección.

 

En congreso federal de la Unión Cristianodemócrata (CDU) que la ratificó como presidenta con 89.5 % de los votos, la canciller fue aclamada al pronunciarse a favor de vetar el burka u otros velos islámicos integrales “en los espacios públicos donde es posible prohibirlos”, para resaltar que en una sociedad abierta corresponde ir “con el rostro descubierto”.