La peor pesadilla para muchos se hizo realidad. El empresario Donald Trump, un hombre de derecha con posiciones cercanas al fascismo, cuyas posibilidades de triunfar se creía lejanas en los últimos días de la campaña, ganó las elecciones de este martes, por increíble que parezca. El mundo entero se mantuvo en vilo desde el cierre de las urnas todavía con la esperanza de que venciera la demócrata Hillary Clinton hasta que se confirmó la victoria de Trump, provocando estupor en la comunidad internacional.

 

Al principio, el conteo parecía favorecer a la ex secretaria de Estado, pero pronto las tendencias comenzaron a dar un sorpresivo viraje. Al cierre de esta edición, cuando las cadenas de televisión estadunidense se disponían a anunciar que Trump había logrado la cifra mágica de 270 votos electorales en las caldeadas elecciones de este martes en Estados Unidos, después de la medianoche, sobrevino la frustración y luego la alarma en muchos lugares del mundo y las ilusiones se fueron al abismo.

 

La victoria de Trump echó por la borda el anhelo largamente acariciado de que llegara, por primera vez en la historia, una mujer a la Presidencia de Estados Unidos.

 

Dos horas antes, la candidata pareció arrojar la toalla y admitir anticipadamente su derrota luego de que a través de Twitter agradeció a su equipo de campaña, cualquiera que fuera el resultado de las presidenciales.

 

“Este equipo tiene mucho por lo cual estar orgulloso. Cualquier cosa que ocurra, gracias por todo”, escribió la candidata demócrata en su cuenta de Twitter, en lo que parecía una especie de epitafio político.

 

Hora y media después, cuando se anunció que Trump había ganado Florida, el presidente Barack Obama anticipó también la debacle cuando afirmó en el estilo peculiar de los políticos derrotados, por la misma red social, que “no importa lo que ocurra, el sol saldrá por la mañana y Estados Unidos seguirá siendo la nación más grande del mundo”.

 

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En un videomensaje, el mandatario exhortó a los estadunidenses a permanecer“unidos”, cualesquiera que sean los resultados.

 

Como en el Brexit y en el caso del referéndum sobre los acuerdos de paz en Colombia, las empresas encuestadoras quedaron otra vez en ridículo, pues ya habían cantado desde hace varios días el triunfo de Hillary. Los mercados financieros se creyeron el cuento y daban por descontada la victoria de la ex secretaria de Estado desde el fin de semana pasado, cuando el Buró Federal de Investigaciones (FBI) anunció que no presentaría cargos contra la demócrata por los nuevos correos electrónicos descubiertos en una computadora de una de sus asesoras principales.

 

Pero hasta los momentos finales de la jornada electoral, la duda aguijoneó a muchos y gravitó en el ambiente un temor sordo y latente de que se presentara una sorpresa y ganara el empresario Donald Trump, lo que efectivamente ocurrió.

 

Esta victoria prefigura un escenario apocalíptico para un amplio sector en Estados Unidos, sobre todo para los mexicanos, en especial porque los republicanos también ganaron el Senado y la Cámara de Representantes.

 

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Aunque se duda de una expulsión en masa de 11 millones de indocumentados, sí se teme que aumente la cifra de deportados a niveles exponenciales. Si bien no sería inmediata la cancelación del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, se anticipan impuestos compensatorios de hasta 35% al sector automotriz. Sobre la construcción de un muro en la frontera entre México y Estados Unidos, quizá sea el menor de los males y tarde mucho en ocurrir.

 

Al final, la idea de que Donald Trump era sólo un payaso, inflado artificialmente por los medios, empoderado por el miedo y los prejuicios con pocas posibilidades de ganar resultó cuestionable. Trump puso contra la pared a su rival y logró una elección realmente cerrada, sobre todo en Florida, donde hubo una final de infarto.

 

Por ahora es difícil explicar con sólidos argumentos cómo fue que un hombre con un discurso irracional y peligroso, semejante al que encumbró a personajes como Hitler y Mussolini, quienes llevaron al patíbulo a millones de personas a mitad del siglo XX, ganó la Presidencia de la nación más poderosa de la Tierra.

 

Para México y naciones como China y otros gigantes asiáticos, la llegada de Trump a la Casa Blanca garantiza tiempos difíciles.

 

Infortunadamente, los latinos no pudieron hacer válido su enorme poder para frenar a un candidato que se perfilaba, desde un principio, como un peligro para el mundo y, por supuesto, para Estados Unidos. De hecho, 30% de ellos votaron por Trump a pesar de los ataques contra los mexicanos, algo que resulta inexplicable, como también que un amplio sector de las mujeres, a las que tanto insultó, hayan votado a su favor.

 

La histórica jornada electoral tuvo al final un desenlace desafortunado, que permitirá llegar a la Casa Blanca a un hombre que hizo del insulto, la diatriba y la mentira la base de su campaña. Ahora queda sólo esperar que las instituciones fuertes que existen en Estados Unidos y la oposición demócrata en el Congreso sirvan de diques para contener los ímpetus del futuro Presidente de Estados Unidos, y que no se hagan realidad las promesas y amenazas que profirió Trump durante su campaña.