Muchas lecciones nos dejaron a todos los mexicanos lo ocurrido el 2 de octubre de 1968. Fue un parteaguas en la historia moderna de nuestro país y, lamentablemente, es una herida que aún no cierra. Lo ocurrido aún duele por muchas circunstancias, entre ellas, la impunidad que entonces y aún, prevalece.

 

Por ejemplo, según datos de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) 2016, que presentó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2015 se registraron 23.3 millones de delitos, lo cual representa que en promedio ocurrieron dos mil 659 casos cada hora, o bien, 44.3 cada minuto en todo el país. De estos delitos, los más comunes son el robo total o parcial de vehículos, a casa habitación, asalto en la calle o transporte público, el fraude, la extorsión, las amenazas verbales, lesiones, secuestros y los delitos de carácter sexual.

 

Esta suma de agravios es lo que se padece en los hogares y al interior de las familias mexicanas; la mayoría de las veces en silencio, sin que la justicia llegue o siquiera se asome para servir en algo de consuelo a miles de madres, padres, hermanos, hijos o amigos de víctimas de algún delito.

 

Y es que al igual que en 1968, hoy en día la impunidad duele y lacera cualquier confianza que un ciudadano pudiera tener hacia algún ámbito de gobierno, sea municipal, estatal o federal. La propia Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública 2016, nos refiere que del número de delitos ocurridos que antes mencionamos, no se denunciaron ni derivaron en averiguación previa 93.7% en todo el país.

 

Sin duda esto duele al victimizar doblemente a los mexicanos, al sufrir algún delito y tener que soportarlo en silencio ante la desconfianza que provoca tener una justicia que no es pronta, ni expedita y mucho menos gratuita. Este es otro rostro de lo que causa la corrupción en nuestro país y que, aderezado con la impunidad, vulnera la esperanza de un México mejor para todos.

 

Cambiar esta realidad es complejo y tarea de todos, pero sin duda hemos avanzado, al tener una sociedad más activa, crítica y exigente ante la acción de las autoridades, con posibilidad de presionar e incluso ocupar espacios de decisión gubernamental que impulsen un cambio desde las entrañas mismas del mismo sistema
PUNTO DE ACUERDO.

 

Y hablando de impunidad, lamentamos lo ocurrido la madrugada del viernes pasado en el estado de Sinaloa, donde soldados del Ejército Mexicano fueron asesinados en una emboscada. Unimos nuestra voz al repudio por lo ocurrido, a la exigencia de que se aclare, se castigue a los responsables y al deseo de que Sinaloa, como gran parte del país, recupere la normalidad de una vida diaria sin violencia. Por hoy es cuanto en esta TRIBUNA LEGISLATIVA.