Michael Jordan, Greg Louganis, Michael Phelps, Magic Johnson, Carl Lewis, Pete Rose, Terry Bradshaw         , presumiblemente Babe Ruth… Difícilmente se planteará un salón de la fama más peculiar, pero, a la vista de la dimensión de los nombres que hemos enlistado, vale la pena jugar con esa idea; la última de las glorias deportivas cuyo nombre ahí sería inscrito es nada menos que la gimnasta Simone Biles.

 

Me refiero a deportistas de la máxima dimensión que han padecido Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH o ADHD por sus siglas en inglés). Más allá de la filtración de los hackers rusos que obligó a la multimedallista a explicar esa condición médica que le hace ingerir un medicamento, parece muy interesante analizar su relación con los triunfos deportivos.

 

Dicho todo esto, bajo el entendido de que el diagnóstico de ese trastorno continúa siendo polémico y no siempre genera consenso entre los especialistas.

 

Por poner un ejemplo: la madre de Michael Phelps describía que constantemente era llamada de la escuela porque a los nueve años, su hijo no tenía capacidad para concentrarse en nada, siempre cambiando de tema o actividad, con explosiones de ánimo muy repentinas. En el deporte encontró la forma de tratarlo, al tiempo que, sin saberlo, estaba criando al máximo ganador de medallas de la historia. Situación parecida, aunque con resultados mucho menos rutilantes, del judoca británico Ashley McKenzie, quien estuvo en unidades psiquiátricas y aseguraba que sin hacer deporte habría terminado en la cárcel.

 

El mensaje es muy claro: dejar ser a cada niño y encontrar su forma idónea de desarrollo, siempre con el deporte escondiendo grandes posibilidades. Ya después emergen facetas requeridas para triunfar en una cancha, pista o piscina, que suelen atribuirse a quienes padecen TDAH: saber sobreponerse a la presión, asumir riesgos, tomar decisiones, enfocarse en lo exigido en el momento (cuando años antes, siendo niños, les costaba enfocarse en cualquier situación específica).

 

Sin embargo, este tema ha sido también antifaz para muchos dopajes. Investigaciones recientes señalan que muchos de los ligamayoristas que aseguran tenerlo, lo hacen para obtener permisividad ante el consumo de medicamentos prohibidos; por ejemplo: cuando algunas de estas sustancias dejaron de ser permitidas, se cuadriplicó la cantidad de beisbolistas que decían necesitarlas para su estabilidad mental.

 

No todas las glorias deportivas mencionadas arriba utilizaron alguna medicación como las anfetaminas adderall y ritalin. Cada caso es distinto y parece clarísimo que existe una relación entre los síntomas del TDAH y el futuro éxito deportivo (o éxito en otras facetas; suele atribuirse este trastorno nada menos que a Albert Einstein). Tan claro eso, como que muchos deportistas se han escudado en él para consumir sustancias ilegales.

 

Se ha hecho tan político el caso de la WADA y la suspensión de los atletas rusos por dopaje de Estado, que a muchos les cuesta creer que lo de Biles se trata de TDAH y no de una forma de protegerla por ser estadunidense. La WADA asegura que, ante cada situación, analiza si el consumo del medicamento elevó el desempeño, a la par de escuchar a un médico experto.

 

Inmersos en esta Guerra Fría contemporánea y ya con hackers buscando sustentar que hay una persecución rusa desde los estamentos internacionales del deporte, todo entra en duda, pero a favor de Biles está el haber seguido el protocolo obligado antes de serle detectado cualquier análisis positivo.

 

Twitter/albertolati

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