Quiso el destino que los dos partidos más esperados en el calendario británico se disputaran el mismo día y a la misma hora; en Manchester, el reencuentro entre Josep Guardiola y José Mourinho en el United-City; 300 kilómetros al Norte, en Glasgow, el reencuentro en torneo de liga del derbi más caliente del planeta entre Celtic y Rangers.

 

Más curioso, que la última vez que se enfrentaron en liga los dos directores técnicos más mediáticos y laureados fue el 21 de abril de 2012 (el Madrid se impuso 2-1 en el Camp Nou), al tiempo que el último Old Firm en Premier League escocesa se jugó ocho días después (goleada del Celtic 3-0 a lo que en ese momento quedaba del quebrado y casi desaparecido Rangers).

 

Sin embargo, lo anterior son simples números y casualidades; la realidad es que no hallaremos en la historia a dos entrenadores que hayan encarnado un duelo de esas dimensiones, así como no existe en el planeta un Clásico con más complejas connotaciones que el de Glasgow.

 

Al Celtic-Rangers se le llama Old Firm debido a la histórica capacidad para lucrar con el odio que han tenido las dos instituciones. El catolicismo de una ante el protestantismo de la otra; la postura anti Reino Unido y proindependencia irlandesa de los verdes, frente al unionismo y monarquismo de los azules; las banderas tricolores de Irlanda para apoyar al Celtic, las Union Jacks británicas para aclamar al Rangers. Muchísimo rencor, intolerancia, manipulación, cantos de extremismo (sea contra la reina Isabel II, sea contra el Papa romano), aunque al final es un negocio, son dos socios, es The Old Firm, es la vieja empresa.

 

La legislación británica mostró su seriedad e imparcialidad al atreverse, en 2012, a desaparecer a un gigante como el Rangers, dadas sus deudas y mala administración; el club debió ser refundado en cuarta categoría, dejando un gran vacío en la liga escocesa, pero también en los ingresos del Celtic, que perdió por año alrededor de 17 millones de dólares al no contar con su mímesis: difícil ser tan amado si no existe quien sea muy odiado.

 

Con los de Manchester la historia es muy diferente; no sólo porque su rivalidad es meramente deportiva, sino porque los equipos han tenido caminos poco paralelos. Tras un inicio en que el City llegó a ser más relevante que el United, los Red Devils se elevaron a otra dimensión, y desde ahí se acostumbraron a contemplar muy lejos a sus frágiles vecinos. Unos se consagraban como la marca futbolística más poderosa del mundo y los otros padecían para instalarse en la Liga Premier, hasta que el dinero del Golfo Pérsico niveló la balanza. En medio de los pesares post Alex Ferguson en United, el City ha continuado gastando y eventualmente ganando –no todo lo que quisieran sus dueños, y por ello la llegada de Guardiola.

 

Desde que Pep fue firmado en el Etihad, se pensó con morbo en Mourinho como guía del gran rival. Por si hiciera falta, ahí también está el jugador que en peores términos se ha referido a Guardiola: Zlatan Ibrahimovic.

 

Así que en este sábado de reencuentros hay todo, comenzando por viejas y nuevas empresas. Rivalidad por donde se le busque, lo que se traduce en demasiado dinero: entre los dos de Manchester han gastado dos mil 300 millones de dólares en los últimos ocho años y más de 400 millones sólo para llenar de argumentos a sus aclamados líderes en la presente temporada.

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