En menos de un mes el Gobierno federal debe presentar al Congreso su propuesta de paquete económico para 2017. Incluye las iniciativas de ley de ingresos, presupuesto de egresos y puede contener una miscelánea fiscal.

 

Lo que ya sabemos es que para el próximo año el Gobierno federal no contará con los ingresos petroleros como el tradicional sustento del gasto público. Y con el añadido de que no habrá disponibles coberturas a un nivel que pueda ser un negocio.

 

Lo más importante para el mundo financiero, para los mercados, será ver qué tan en serio se toma la Secretaría de Hacienda el camino de regreso a la salud macroeconómica perdida durante los años recientes.

 

Con el camino de los impuestos cerrado por el propio gobierno, es necesario un ajuste en el gasto público para disminuir el déficit en la cuenta corriente y empezar a estabilizar y disminuir la deuda pública.

 

Pero hay otros retos que tiene que cuadrar la administración del presidente Peña Nieto en estos dos últimos presupuestos que le quedan a su gobierno. Uno importante es la liberalización de los precios de las gasolinas.

 

Este año, con esta banda de 3% de aumento o decremento de los precios sufrieron un desgaste muy importante con los dos gasolinazos de este mes y el pasado. No podría ser de otra manera cuando el precio a las gasolinas lo fija la Secretaría de Hacienda. No Pemex, no el mercado, sino directamente el brazo fiscal del gobierno.

 

La reforma energética manda que para 2018, los precios de las gasolinas deben quedar libres a las fuerzas de la oferta y la demanda, más sus respectivos impuestos. Pero si tomamos en cuenta que ese año ya estará totalmente dedicado a las cuestiones de la sucesión presidencial, podrían optar por adelantar el regalo del libre mercado para enero próximo.

 

Ya no sería un boletín con el logotipo de Hacienda y el escudo nacional el que se encargue de comunicar a los mexicanos la suerte del precio de las gasolinas. Ya habría que enterarse en las pizarras de las gasolineras, tal como nos enteramos en los carteles del mercado el precio del jitomate.

 

El fisco sólo se encargará de recaudar sus impuestos, tanto el especial como el habitual del consumo, mientras que Pemex y sus competidores se encargarán de regatear algunos centavos de los precios altos o bajos que haya para cada día, semana o mes en el mercado.

 

Es un incentivo muy atractivo en la parte política que tiene el gobierno: soltar la rata envenenada del desconocido libre mercado de las gasolinas a principios de 2017 y no a la par que el partido en el gobierno tenga arriba la baraja de sus precandidatos presidenciales.

 

Ya tendremos más indicios si el Gobierno federal se anima o no a liberar los precios el próximo año, lo confirmaremos en su propuesta del 8 de septiembre, pero entre el cálculo político y el sentido común casi le puedo asegurar que nos estrenaremos en las artes de comparar pizarras de precios de gasolinas entre una y otra estación de servicio a partir del primer tanque lleno de enero próximo.