RÍO DE JANEIRO.  “Ayer el agua fue azul, hoy verde, mañana quién sabe (…) ¿Amarillo?”, bromeó la clavadista mexicana Paola Espinosa sobre el color de la piscina en la final olímpica de clavados.
 
La situación provocó estupor en el seno de la Federación Internacional de Natación (FINA) y en los propios atletas.
 
“Nos dimos cuenta cuando llegamos y con el paso del tiempo se fue haciendo más verde. Pero tranquilos: no nos salieron ronchas, no se nos cae el cabello”, ironizó Espinosa, tras quedar sexta junto a Alejandra Orozco en la final de clavados sincronizados desde los 10 metros. “Fue algo chistoso”, comentó por su parte Orozco.
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En el seno de la FINA, la estricta institución que gobierna los deportes de natación mundial, hubo estupor ante una situación que, según relató a Notimex un alto ejecutivo del organismo, es inaudito.
 
“Le voy a decir una cosa: no he visto una competición de este nivel con un agua verde en mi vida”, explicó la fuente quien pidió el anonimato.
 
“No sabemos lo que ha pasado. Puede que haya sido un error con los filtros, porque ayer era azul”, agregó.
 
Incluso las ganadoras de la medalla de oro, las tímidas chinas Chen Ruolin y Liu Huixia, comentaron en una rueda de prensa el extraño color turquesa y la poca claridad del agua de la piscina donde caían de cabeza las mejores clavadistas del mundo.

“Nos hemos dado cuenta y lo hemos comentado, pero creo que ninguna atleta ha sufrido por ello”, dijo Chen, mientras las redes sociales se llenaban de comentarios jocosos sobre lo ocurrido vinculándolo al color de la bandera brasileña, dominada por el verde.
 
El Comité Organizador de los Juegos de Río de Janeiro, que está siendo duramente criticado por la mala organización, las largas filas en los accesos o los inacabados en la Villa Olímpica, se limitó a emitir un comunicado.
 
“Se hicieron análisis en las piscinas del Centro Acuático Maria Lenk y no hubo ningún riesgo para la salud de los atletas. Estamos investigando cuáles fueron las causas”, dijo el comité organizador.