El manotazo de la Presidencia de la República no fue suficiente. No al menos para los veracruzanos, donde hasta el ex candidato del PRI a la gubernatura, Héctor Yunes Landa, arremetió contra Javier Duarte:

 

“Cuando un gobernante demuestra su incompetencia para resolver los problemas de su sociedad, se deben tomar medidas excepcionales para remediarlo”, alegó.

 

Por ello –y dado que es el caso en ese estado–, pidió a Javier Duarte “a que por dignidad, solicite licencia para separarse de manera definitiva del cargo de gobernador de Veracruz”.

 

Esto ocurrió ayer en Xalapa luego de que la Procuraduría General de la República anunciara que presentó una acción de inconstitucionalidad contra las reformas aprobadas en Veracruz y Quintana Roo para evitar que éstas violen los principios del Sistema Nacional Anticorrupción.

 

Llamó la atención no sólo por los calificativos de Yunes Landa contra Duarte a lo largo de su mensaje, sino porque sus declaraciones parecerían la señal de algo más en contra del gobernador.

 

¿El inicio –ahora sí– de un juicio político en su contra? ¿La renuncia anticipada?

 

Porque eso es lo que pidió ayer el priista a Duarte y lo que quieren realmente muchos veracruzanos: “¡que se vaya ya!”.

 

Ante los medios, Yunes Landa lo exigiría –y convocaría a la opinión pública a apoyar tales medidas– así:

 

-Que de manera simultánea a la petición de licencia, se retiren las iniciativas presentadas que comprometen gravemente el porvenir de millones de veracruzanos.

 

-Y que cesen las amenazas y coacciones contra miembros del PRI y aliados, que han manifestado su oposición a los intentos de hacer naufragar a Veracruz, incluidos los diputados locales que han impedido, con dignidad y valentía, la aprobación de iniciativas que lastiman a la entidad.

 

La conferencia convocada por Yunes Landa no dejaba de asombrar a los jarochos –y a los propios periodistas– a medida que avanzaba. Y es que había algo inédito en el hecho de que un priista de corte moderado y disciplinado, como Héctor, reconociera abiertamente que Duarte “ha incumplido de manera manifiesta su juramento de guardar y hacer guardar el Estado de derecho en Veracruz”.

 

Y no sólo eso, que reconociera “los agravios” que el gobernador le ha causado a Veracruz y a la imagen de su partido: “Lamentamos mucho que un militante del PRI haya encabezado, quizá, la peor gestión que se recuerde en nuestro estado”, diría.

 

Semejantes declaraciones no pueden quedarse tan sólo en el aire, ¿o sí?

 

Con aroma a naftalina.- “Los sectores del partido ya no influyen, ya no tienen la fuerza de antaño…; huelen a naftalina” nos decía un distinguido priista de la generación de Enrique Peña Nieto.

 

El comentario venía a propósito de si los dirigentes de la CTM, la CNC y la CNOP influirían en la designación del nuevo líder del PRI. Y no, nuestro interlocutor sostenía que ya no tendrían ningún peso en la decisión.

 

No se equivocó. Pero lo que ni él, ni muchos otros esperaban es que el figurín del nuevo PRI, Enrique Ochoa, iría a registrar su candidatura para la presidencia del PRI, arropado precisamente de lo más rancio e insulso del partido.

 

Gemas: obsequio del gobernador de Veracruz, Javier Duarte: “De acuerdo a la @PresidenciaMX, los miembros de la terna a magistrados anticorrupción han declinado y no enviaré ninguna otra propuesta”.