Los compromisos están para cumplirlos. Se puede no adquirirlos; pero si uno se compromete a algo, entonces no tiene más remedio que cumplirlo. Lo digo porque los británicos no terminan de creerse que ya no pertenecen a la Unión Europea.

 

En el fondo quisieran retroceder en el tiempo y volver a votar para continuar en el Club Europeo.

 

La Unión Europea es una discrepancia en sí misma. No hay unión. Son muy distintos. Hay más de 25 lenguas, al menos ocho religiones diferentes y maneras de pensar completamente antagónicas en muchos casos.

 

Existe una Europa del Sur, complaciente, católica y permisiva, donde cabe la remisión. Hay otra, la del Norte, luterana, liberal, mas inflexible en los preceptos de cualquier índole. Son dos Europas que se enfrentan, pero que, con buena voluntad, se pueden complementar. Ése es el famoso diálogo Norte-Sur.

 

Pero llegó la otra Europa, la de Alemania y Francia, con una Gran Bretaña que siempre ha sido punto de equilibrio. Alemania representa el poder y la expansión. No hay más que verlo en el antiguo imperio austro-húngaro. Esa Alemania extiende sus tentáculos por todos lados. Por eso su principal contrincante, Francia, hace de muro de contención y aprovecha todas las rémoras que no utiliza la poderosa Alemania para intentar colar la fuerza del país galo.

 

Pero aun con todas las rémoras, la Unión Europea es la mejor opción, tal vez la única real que existe para poder pertenecer a un bloque, en este mundo global, en el que nos ha tocado vivir.

 

Hoy este mundo globalizado se mueve en bloques. Uno ya no es uno en función de uno mismo, sino de la globalidad. Por eso los creadores de la Unión Europea tuvieron la visión de predecir un futuro que ya, en la mitad del siglo XX, era impredecible.

 

El hecho de que Gran Bretaña se marche de la Unión Europea es un golpe duro para el Club. No es un país menor. Representa el equilibrio de Europa y la balanza entre Alemania y Francia. Representa también ese equilibrio entre el país más poderoso del mundo y la mortecina Europa.

 

Los británicos son los que más se arrepienten. Sin embargo, el compromiso es el compromiso, y ya no hay vuelta atrás. ¿O sí? El tiempo lo dirá. Los británicos saben que no tienen tiempo que perder. La Unión Europea, sin ellos, también queda en parte desprotegida.

 

¿Cabe una renegociación para su vuelta? Ahora lo veo imposible. Veremos qué pasa en unos cuantos años. Pero el compromiso es el compromiso.