Hacia finales del año pasado, recién estrenándose como presidente del PRD, Agustín Basave recibió una llamada del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong. Le invitaba a platicar.

 

El regio aceptó el encuentro. Sería a solas ellos dos.

 

La conversación avanzó de manera amena; en un momento dado, Osorio deslizó en la conversación el tema de las elecciones por venir (las 12 gubernaturas que se acaban de dirimir el domingo pasado).

 

Basave no dejó avanzar más al hidalguense. Claridoso, le dijo: “Elecciones no negocio porque ésa es la perversión de la democracia”.

 

Osorio Chong no insistió. Simplemente tomó nota y buscó luego a sus interlocutores clásicos los Chuchos, más los mexiquenses de ADN, convertidos ahora en los interlocutores favoritos del gobierno de Enrique Peña Nieto— para “acordar” dónde sí y dónde no podría hacer alianzas el PRD con el PAN.

 

Así, mientras Basave negociaba su propio plan de alianzas con el dirigente panista, Ricardo Anaya; las tribus perredistas con Héctor Bautista y Jesús Ortega a la cabeza hacían lo propio, según sus propios intereses y los acuerdos a los que habían llegado con el titular de Bucareli.

 

La situación tronó cuando los jefes de las tribus quienes ya habían hecho a Basave manita de puerco para evitar algunas alianzas pretendieron desconocer la negociación de su dirigente nacional y nombrar a una comisión que negociara en su lugar.

 

Lo que ocurrió es público: Basave presentó su renuncia ante semejante despropósito que lo convertía en un cero a la izquierda.

 

En su carta, fechada el 11 de enero de 2016, el dirigente exponía que las alianzas que proponían las tribus incluir a Puebla, excluir Tlaxcala e impedir Veracruz a toda costa no respondían a intereses partidarios, sino a “beneficiar a una corriente y al gobernador poblano” y a “no contrariar al PRI-gobierno”.

 

A riesgo de quedarse sin presidente de partido en pleno proceso electoral, los dirigentes de las corrientes doblaron las manos.

 

Al final de cuentas, ahora sí que por sus pistolas, el dirigente del Sol Azteca logró la alianza con el PAN en Veracruz, Durango y Quintana Roo. Precisamente los únicos tres triunfos que obtuvo el PRD de manera compartida en estas elecciones.

 

De ahí el reconocimiento que ha expresado públicamente Anaya a Basave, mientras los factótums de las tribus guardan silencio.

 

En la conferencia conjunta que dieron los dirigentes del PAN y del PRD junto con los tres candidatos triunfadores —Miguel Yunes Linares, José Rosas Aispuro y Carlos Joaquín González— Anaya lo expresaría así:

 

“Quiero hacer un reconocimiento de manera especial a Agustín Basave. Sin ti no habría sucedido esto. Fue una cruzada personal…, puso hasta su renuncia sobre la mesa para que estas alianzas funcionaran…”.

 

Efectivamente así fue. Valga recordarlo porque esos triunfos se deben en buena medida a un hombre que contra la porqueriza que estilan las principales tribus perredistas se negó a negociar las elecciones.

 

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