Nunca creí que usar unos Converse rosas fuera motivo de tanta curiosidad.

 

Los había calzado como adolescente, hace 30 años, y fue lo mismo (miradas de sorpresa, preguntas, dudas). Antes de comprarlos esta última vez, la vendedora me convenció de no adquirirlos, y para ello recurrió al apoyo de mi hijo, entonces de 12 años.

 

–No lo dejes. No dejes que haga eso… deslizó la vendedora.

 

Mi hijo sólo sonrió. Y yo, finalmente desistí. ¿Por qué? No lo sé.

 

Hace unos meses fui a otra tienda y a la hora de comprarlos, el vendedor me dijo: “Se le ven muy bien. Hace unos días vino otro señor como de su edad y se llevó unos”.

 

No entiendo lo de la edad. No sé por qué alguien de 45 años no puede usar tenis Converse, ya sea negros, morados, azules o rosas.

 

En fin. ¿Por qué escribir sobre mis tenis rosas? Porque se supone que estamos en una ciudad moderna en la que el tipo de ropa es lo de menos. Pero no es así.

 

Le atribuimos gustos y preferencias a quien usa una prenda rosa. Suponemos cosas, y hurgamos para averiguar.

 

En una ocasión fui por un café a una tienda Oxxo, y la cajera, antes de darme mi cambio, me preguntó:

 

–Oiga…, ¿y usted por qué usa tenis rosas?

 

–Pues… porque me gustan –respondí.

 

La semana pasada, mientras comía con mi esposa y mis hijos, Emiliano me comentó.

 

–¿Te acuerdas de este niño, que iba al futbol?

 

–Sí.

 

–Me dijo que te vio. “Vi a tu papá… Oye, traía unos tenis rosas. ¿Por qué?” –narró brevemente.

 

–¿Y tú qué le dijiste?

 

–Que te gustan. Que el rosa es uno de tus colores favoritos.

 

Y sí. Los colores son colores. Una sociedad suele atribuirle valores o estigmatizar a quien los utiliza.

 

Una muestra de cómo existen prejuicios sobre los colores es una charla que tuve con un taxista:

 

“No puede ser… Ya hicieron legales los matrimonios gays y ahora nos están obligando a pintar de rosa nuestros coches”, me dijo el conductor del auto en el que iba a trabajar.

 

–¿Y qué tiene que ver una cosa con la otra?, pregunté sorprendido.

 

–Pues que ha de ser gay, por eso le gusta el color rosa y quiere que lo usemos todos.

 

En conclusión. Creo que a esta ciudad que se vanagloria de ser moderna, le faltan muchos años para llegar a convertirse en lo que presumimos ser. En el fondo, esas dudas y los chistes en TV y radio sobre “raritos” nos muestran como una sociedad con una buena dosis de homofobia, que no duda en etiquetar a una persona sólo por el color que viste, pero que quiere mostrarse al mundo como abierta y progresista.

 

Y es en este contexto cuando uno entiende por qué hay cosas que no deben someterse a consulta (como, por ejemplo, los derechos de los distintos grupos que integra una sociedad).

 

Si así fuera, seguro la Ley de Sociedades de Convivencia no se hubiera aprobado.

 

Por eso, quien asegura que someterá a consulta esas leyes, no puede ser tomado en serio para gobernar.

 

Al paso de las semanas, me he acostumbrado a la pregunta: “¿Por qué usa tenis rosas?”.

 

Y la respuesta sigue siendo: “Porque me gusta ese color, nada más y nada menos”.