Los participantes de los mercados financieros mexicanos deberían ir a formarse a la oficina del jefe de Gobierno de la Ciudad de México para que les entreguen su silbato color de rosa y puedan pitar cada vez que sientan peligro.

 

Pero que se apuren, porque mañana empieza el sexto mes del año y habrá información que puede poner a prueba la resiliencia de los mercados.

 

Junio, dicen los expertos en análisis bursátil, es tradicionalmente complejo para los mercados, y el de este 2016 promete ser particularmente complicado.

 

Ahora no sólo los halcones de la Reserva Federal (Fed) hablan de la inminencia de un aumento en la tasa de interés este verano, sino también la presidenta del propio banco, Janet Yellen, ha dejado ver la posibilidad de un incremento ya no tan lejano.

 

Por lo pronto, este viernes los operadores tendrán el dedo en el gatillo para que en punto de las 8:30 horas, tiempo de Washington, conozcan por parte del Departamento del Trabajo el resultado de la creación de empleos en las nóminas no agrícolas de Estados Unidos al cierre de mayo.

 

El comportamiento del empleo es un indicador básico para adelantar las medidas que podría tomar el Comité de Mercado Abierto de la Fed. Fueron los propios banqueros los que pusieron este indicador, junto con la inflación, en el centro de la atención monetaria.

 

A lo largo de los últimos trimestres, la Fed ha ubicado y retirado su atención de la condición económica mundial como un determinante de la suerte de la política monetaria de Estados Unidos.

 

Hoy, el banco central estadunidense está de forma clara ensimismado, y lo que motive un aumento en la tasa de interés será por un análisis meramente interno de su economía.

 

El grito del ahí viene el lobo se escucha cada vez más fuerte, por eso es que la renovada línea contingente que el Fondo Monetario Internacional (FMI)  ha otorgado a México, por 88 mil millones de dólares, no es otra cosa que oportuna.

 

Estaríamos entrando en ese momento que tanto temieron las autoridades financieras del mundo en el que Estados Unidos no tendría ya más razones para postergar la normalización monetaria.

 

La salida de capitales hacia los incrementados rendimientos en Estados Unidos es algo inevitable y de lo que se trata es de dotar de liquidez al mercado cambiario mexicano para la salida ordenada de los que se quieran ir.

 

Ya tocará al Banco de México elevar sus propias tasas de interés para retener los capitales con un premio superior. Pero las reservas y la línea contingente del FMI sirven para desactivar cualquier intento de dejar cortas de dólares las ventanillas cambiarias mexicanas.

 

Si algo no se le puede regatear a Janet Yellen como presidenta de la Fed es que ha sabido preparar el terreno para la regularización de la política monetaria, en el entendido de que sería muy complicado regresar a la normalidad después de la política hiperlaxa aplicada desde finales de la década pasada.

 

Pero siempre habrá los que busquen sacar algún provecho del nerviosismo financiero.