Apostar al fracaso, como la mejor manera de llegar a la excelencia estética, es como el escritor y periodista J.M. Servín define su proyecto editorial Producciones El Salario del Miedo, una colección de libros especializados en crónica periodística.

 

Desde la aparición de Historias del más allá en el México de hoy del narrador Gerardo Lammers en 2012, la editorial publicó 11 obras especializadas en periodismo narrativo, y colecciones como un Diccionario del Hampa, donde el común denominador de todas es mostrar una “visión desenfadada y apolíticamente incorrecta” de la vida.

 

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“No tratamos de competir con nadie, no nos interesa proponernos como una salvación. Simplemente, es una apuesta editorial, especializada en periodismo narrativo y también en testimonios de los bajos fondos: lo que conocemos como Nota Roja”, señala en entrevista el también autor de Cuartos para gente solaAl final del vacío y D.F. Confidencial.

 

Para el director de Producciones el Salario del Miedo su interés por publicar crónicas nace de la complejidad misma de este “género híbrido”, que no cualquiera domina.

 

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Servín señala que escribir crónica periodística “exige muchísimo”, pues requiere que el cronista maneje dos estilos, el periodístico y el literario; siempre y cuando respete dos elementos básicos: veracidad de la información y lenguaje decantado.

 

“La crónica es literatura antes que otra cosa. Es un lenguaje decantado y no cualquier periodista puede hacerla. Es la realidad”, enfatiza.

 

 

 

 

En compañía de la escritora y editora Bibiana Camacho y el diseñador René Velázquez de León, la editorial se fijó como objetivo ser una salida para autores, en cierto grado, desconocidos entre círculos literarios reconocidos.

 

Los escritores, periodistas y académicos que participan en el proyecto han trabajado temas sociales por años y buscan ofrecer no sólo una descripción de la realidad, sino una explicación a fenómenos colectivos.

 

Ejemplo de ello, es el politólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Héctor Villarreal, quien contribuye en esta colección con Diario de un televidente, conjunto de relatos que reúne festividades como La celebración del Niñopa de Xochimilco, Los manistas campeones del mundo de San Juan Ixtayopan, y música, Xochimilco al cien con el Komander, entre otros.

 

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“En la ciudad de las honrosas derrotas, del ‘ya merito’, el ‘ai pa’ la otra’ y ‘lástima Margarito’, todas las noches miles de microbuses llevan de regreso a sus viviendas a ejércitos de perdedores… Semejante situación favorece la búsqueda de soluciones sobrenaturales (Santa Muerte) y la afiliación a rebaños conducidos por pastores que crean la expectativa de alivio. Coloque usted una manta que diga: pare de sufrir y en pocas horas tendrá un sitio amplio repleto de gente dispuesta a dar lo poco que tiene”, explica Villarreal en su crónica Tercer infierno: Los olvidados.

 

 

 

 

 

Todo queda en lo económico

 

 

Las dificultades para un proyecto como El Salario del Miedo, se reducen a lo económico, apunta Servin.

 

En cuestión de dinero, la editorial busca el apoyo de instituciones académicas como la Universidad Nacional Autónoma de Nuevo León (UANL) y de otros sellos como Almadía, quienes aportan recursos financieros y materiales para publicar nuevos cuadernos y distribuirlos en librerías del país.

 

 

En función de este problema, el tiraje de las publicaciones es de mil ejemplares, cantidad que pudiera parecer pequeña, pero a visión de su director es el número adecuado para garantizar movilidad y audiencia.

 

“Son tirajes muy pequeños de mil ejemplares y eso nos permite que los libros tengan movilidad, no reimprimimos. Creemos que para un proyecto pequeño como el nuestro, mil ejemplares por título es la cantidad adecuada para un mercado tan pobre como el del libro en México” destaca.

 

De esta manera, a pesar del obstáculo económico, la editorial sigue su apuesta de ofrecer nuevas voces que cuenten la vida cotidiana.

 

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El futuro podrá no brillar como el equipo de Producciones El Salario del Miedo quisiera, pero precisamente su juego es ese: alcanzar el fracaso.

 

“Creemos que desde el fracaso se puede llegar a un fondo para resurgir a partir del arte, la estética, y (ofrecer) una experiencia de vida mucho más profunda de lo que hoy en día recibimos de todos lados, pues este proyecto es ese”, subraya J.M. Servín. JR |NN