Las ciudades españolas de Ceuta y Melilla, que se encuentran enclavadas en el territorio marroquí, son dos puntos muy sensibles del yihadismo. Estas urbes, que pertenecen a España desde el siglo XV, representan los últimos reductos europeos en suelo africano.

 

Pero Melilla resulta aún más singular que Ceuta y lo es por su lejanía con la Península Ibérica. A menos de cien kilómetros de la frontera con Argelia, las costas de la península se localizan a 200 kilómetros. Esto le otorga un carácter de aislamiento, de lejanía, como dejado de la mano de Dios.

 

Pero, además, el norte marroquí -fundamentalmente bereber y con poca simpatía a la monarquía marroquí- es la zona más pobre. Hasan II, al principio, y ahora su hijo, el rey Mohamed VI, tienen desatendidas a las metrópolis cercanas a Melilla debido a la poca empatía entre los ciudadanos del norte de Marruecos y la Corona de ese país.

 

Esto ha generado una pobreza y marginación demasiado elevadas. Al no ocuparse de este territorio, no llegan recursos. Las tasas de desempleo en la frontera con Melilla son muy altas y los jóvenes no tienen porvenir. Y es ahí, aprovechando la baja autoestima, la falta de futuro, donde los terroristas de Al-Qaeda del Magreb islámico -una de las facciones del Estado Islámico, del DAESH– se mueven como peces en el agua y captan con mucha facilidad a estos jóvenes. Por eso la frontera con Melilla es tan caliente.

 

Esa frontera es una de las más transitadas del mundo. A diario la atraviesan más de 40 mil personas. A pesar de los refuerzos y la vigilancia aduanal –cada vez más sofisticada- resulta inevitable que la frontera entre Marruecos y España, a través de Melilla, se convierta en un coladero de yihadistas. Una vez en la ciudad autónoma española les resulta muy fácil reclutar jóvenes para su causa.

 

Porque en Melilla ocurre algo similar a lo que pasa en las urbes vecinas marroquíes. A pesar de la convivencia entre cristianos y musulmanes desde hace seis siglos, aún existe mucha marginación. Tanto es así que el desempleo juvenil que hay en Melilla es de 75%. De ese alto porcentaje, el 100% de las víctimas del desempleo son jóvenes musulmanes.

 

Sólo con este dato, más la incursión en el mundo de las drogas –que en Melilla se mueve con gran facilidad porque procede de Marruecos-, muchos jóvenes melillenses buscan unos referentes que el mundo occidental no les da.

 

Gracias al esfuerzo de la inteligencia española y marroquí, se han realizado importantes detenciones de yihadistas y se han desarticulado células que pretendían cometer atentados en la Península Ibérica o en cualquier punto de Europa. Otros muchos pretendían y pretenden viajar a Siria e Irak a luchar en la yihad.

 

Sin embargo, Ceuta, pero especialmente Melilla, tienen el gran peligro de que el hervidero termine por estallar. Solamente con que Marruecos mirara hacia otro lado. Pero ahí está Europa y sus prestaciones para que no bajen la guardia y mantengan a raya a un yihadismo que ya nos saca ventaja.