De lo que se trata es de quitarse el golpe de encima, sobre todo porque hay millones de personas enojadas con el gobierno por limitar el uso del automóvil y saturar el transporte público por la negligencia de las autoridades que dejaron crecer la nube de gases contaminantes hasta la contingencia.

 

La esperanza es que, muy a la mexicana, encuentren soluciones contundentes ante la emergencia. Lo pudieron haber hecho a tiempo, pero la previsión no es parte del modus operandi de la política nacional.

 

Y mientras encuentran soluciones, buscan repartir culpas.

Entre los pretextos más creativos para justificar la contaminación hay uno muy divertido, pero absurdo. En las redes sociales corre como pólvora la versión de que los Imeca tan altos son producto de estar usando gasolinas chinas.

 

Con la equivocada idea generalizada de que lo chino es malo, hay una condena en las redes sociales hacia el gobierno federal y Pemex por importar esas porquerías de combustibles.

 

El mercado natural para que este país importe gasolinas es el de Estados Unidos. Tienen la oferta suficiente, disponen de un precio accesible y existe la infraestructura para hacer llegar los energéticos a bajo costo.

 

Las gasolinas chinas son de las más caras del mundo; su proceso de importación es muy caro por la gran distancia que deben surcar los barcos-tanque. Y aunque fuera posible comprar esas gasolinas, Petróleos Mexicanos no reporta esa operación comercial.

 

El tema no es el origen de las gasolinas; el verdadero problema que tienen los combustibles en México es su mala calidad.

 

Desde 2005 se publicó una norma oficial mexicana que obligaba a Pemex a distribuir en México combustibles con bajos niveles de azufre, de producción nacional o importada. Esa NOM-086 obligaba a vender, a partir de 2009, diésel en el mercado mexicano con niveles que llaman de ultrabajo azufre, tal como se expende en Estados Unidos o en Europa.

 

Pemex no invirtió en aquel momento para tener gasolinas limpias; hoy dicen que ya están en proceso de fabricarlas, por lo tanto no tiene sentido que importen gasolinas de estándares internacionales, si en los tanques van a mezclar esas buenas gasolinas con la producción local cochina.

 

La baja calidad de las gasolinas es otra de las consecuencias del mal manejo financiero que Pemex ha tenido por décadas.

 

Fue hasta ahora que el enojo colectivo de las contingencias ambientales y su consecuente Hoy No Circula reforzado pusieron el tema en el radar político del gobierno federal. Ahora sí podrían cambiar las condiciones de limpieza de las gasolinas.

 

El cuento chino del origen de las gasolinas es parte del golpeteo político para encontrar responsables. El tema no es el origen, sino la calidad de los combustibles.

 

Pemex ha incumplido con la norma oficial mexicana desde hace siete años y sigue vendiendo gasolinas sucias. Ha solucionado con amparos algo que se siente en los pulmones.

 

La petrolera no es la única responsable de la contingencia que vive el Valle de México, pero ciertamente es corresponsable. Señalar su responsabilidad es la mejor manera de evitar que eluda su obligación durante varios años más.