No cabe duda de que estos tiempos políticos andan bien enredados.

 

Rumbo a las votaciones de junio próximo –antesala de la elección presidencial en 2018-  el PAN y el PRD optaron por repetir la fórmula con la que hace seis años le robaron al PRI las gubernaturas de Sinaloa, Puebla y Oaxaca: aliarse.

 

Esta vez, para el próximo 5 de junio en que se juegan 12 gubernaturas, el PAN y el PRD llevan alianzas formales en Oaxaca, Veracruz, Durango, Zacatecas y Quintana Roo; una que otra informal –o por la libre, aunque no les guste a algunos de los involucrados- como en Chihuahua y Puebla; y quizás alguna más, en la modalidad del voto útil, como podría ocurrir en Tlaxcala.

 

El punto es que Ricardo Anaya y Agustín Basave, dirigentes nacionales del PAN y del PRD, respectivamente, se la están jugando juntos en estas elecciones (Acción Nacional con mayor presencia y fuerza en las candidaturas en las que llevaron mano).

 

A partir de aquí, la lógica diría que blanquiazules y perredistas estarían ensayando una posible alianza para la elección presidencial de 2018.

 

Sin embargo, no todo apunta para allá.

 

Desde otras rutas del poder se está explorando la posibilidad de una alianza entre el PRI y el PAN. Sí, formal, llevar a la contienda a un candidato común.

 

La idea, por lo que nos comentan, provino del tricolor. Y el nombre que se maneja para esta posible alianza es el de José Antonio Meade, actual secretario de Desarrollo Social.

 

Meade ha trabajado ya como secretario de Estado para gobiernos de ambos partidos. Con Felipe Calderón se desempeñó como secretario de Hacienda; y con Enrique Peña Nieto fue inicialmente el titular de Relaciones Exteriores antes de pasar a la Sedesol.

 

En busca de 28%.- A los líderes de los principales partidos les queda claro que sin alianzas difícilmente lograrían el triunfo, pues sus números apenas si oscilan entre 20 y 30% en el mejor de los casos, si no es que entre 12 y 24, según las últimas proyecciones.

 

Por ello sus metas, para estas elecciones, están en buena medida dirigidas a alcanzar cierto porcentaje de votación.

 

Manlio Fabio Beltrones, por ejemplo, busca alcanzar 28% para el PRI (sin contar lo que le agreguen las alianzas) porque con esa base, según calcula, un buen candidato del tricolor podría sumarle seis puntos y, así para la presidencial, estar en competencia con alrededor de 34% por sí solos.

 

Ahora que si a esos números le añaden los votos duros del PAN, pues ahí sí que dejarían chiflando en la loma –por tercera ocasión- a su más importante competidor: Andrés Manuel López Obrador. Y, ahora sí, abiertamente cogobernarían.

 

EL amasiato.- ¡Una bomba!, el libro que acaba de publicar Álvaro Delgado, El amasiato, sobre los pactos secretos que establecieron Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón. Entre otros:

 

Transferirle 200 mil votos del Edomex a Calderón en las elecciones de 2006 para evitar el triunfo de López Obrador.

 

Retirar la campaña negativa del PAN contra Peña Nieto en 2012 porque AMLO estaba por alcanzar el primer lugar.

 

Gemas: Urge que jubilen al cardenal Norberto Rivera.