No es que la simplona pero pegajosa película Notting Hill pueda guiar reflexiones existenciales o periodísticas, pero este debate bien podría utilizar dos argumentos esgrimidos en el filme: “Los periódicos de hoy son la basura de mañana”, dice el personaje interpretado por Hugh Grant, a lo que la actriz a la que da vida Julia Roberts responde enfadada: “Los periódicos duran para siempre”.

 

Hace exactamente una semana, Gareth Bale era visto como la antítesis del compromiso en el Real Madrid: en los días en que su equipo se juega la liga española (milagrosamente, un punto detrás del Barcelona) y meterse a la final de la Champions League (este martes, la ida de las semifinales ante Manchester City), se aventó 36 hoyos de golf. Nada criticable hasta que se reportó lesionado el lunes: acaso si no se hubiera expuesto a tan intensa actividad en momentos en los que debía de recuperar, no habría padecido ese problema muscular.

 

Sin embargo, seis días más tarde estuvo listo para reaparecer, con el añadido de que Cristiano Ronaldo estaba ausente y Karim Benzema pronto se vería obligado a pedir su salida. El Madrid perdía por dos goles en Vallecas y Gareth Bale extrajo a esa nave del naufragio. Una derrota o incluso el empate, y la liga blanca habría terminado, pero el galés, en primerísima persona, se ocupó de la remontada.

 

Ese muchacho criticado por sus problemas de integración al llevar dos años y medio en España y apenas hablar el idioma, ese poderoso atleta que a la vez es tan proclive a lastimarse, ese indiscutible crack que el consenso piensa que debió costar unos treinta millones de dólares menos al Madrid, ese introvertido joven que ha sido perjudicado por la verborrea de su representante (si no se la pasan, si no está cómodo donde juega, si no le tratan bien sus compañeros), ese consentido del presidente Florentino Pérez que quiere ver en él –y no es Cristiano– a su mayor figura, se trepó a la rueda de la fortuna más rápida en una semana: de ser detestado por su indolencia e indisciplina, a ser abrazado como líder salvador.

 

Ante el City se juega algo más que el pase a la final europea: será la primera vez que vuelva a las islas británicas desde que dejó al Tottenham y dispondrá del tipo de rival idóneo para su lucimiento; espacios abiertos, defensores menos encimosos, lucha de puerta a puerta, verticalidad, hit and run, sacaban lo mejor de Bale en la Premier y su opuesto, en múltiples jornadas españolas, lo han aislado entre enjambres de piernas que refutan sus condiciones.

 

Ha aportado al Madrid goles indispensables, como los de la final de Copa del Rey ante Barcelona o final de Champions contra Atlético. Su siguiente momento cumbre tendrá que ser en el Etihad de Mánchester.

 

A la velocidad que van estas emociones, ya se sabe: lo mismo el miércoles se le vuelve a ver como apático e inadaptado que sólo quiere jugar golf, que se le aclama como genuino valedor de los cien millones de euros que costó.

 

Y es que tanto Hugh Grant como Julia Roberts acertaron: los periódicos de hoy pueden ser la basura de mañana, aunque también llegan a durar a perpetuidad. En términos deportivos la diferencia es simple e inmediata: todo depende del desempeño de quien ocupa el encabezado.

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