En alguna ocasión, el muy priista Jesús Reyes Heroles dijo que “en política (…) la forma es fondo”. Tomémosla literal con respecto a la #Ley3de3. La semana pasada, los medios comunicaron que el PRI y aliados querían reventar, diluir o retrasar la iniciativa. El tricolor se ganó esos titulares a pulso, ya que se ausentó de dos reuniones de la materia. Después, el senador priista Enrique Burgos dijo que su partido no intenta trabar la#Ley3de3, que sólo “hay (…) interés de un grupo de senadores por hacer bien el trabajo para incorporar las mejores aportaciones de todas las iniciativas” (Reforma, 2016). Entonces, ¿error de forma o evidencia del fondo? Sea lo que sea, es una gran oportunidad para la democracia interna.

 

¿Quiénes en el PRI han presentado estas tres declaraciones? Ni más ni menos que el presidente nacional del partido, Manlio Fabio Beltrones. También personajes como el secretario José Calzada o la diputada federal Ivonne Ortega. Asimismo, seis gobernadores priistas las han realizado: Alejandro Moreno –Campeche-, José Ignacio Peralta –Colima-, Héctor Astudillo –Guerrero-, Aristóteles Sandoval –Jalisco-, Juan Manuel Carreras –San Luis Potosí- y Claudia Pavlovich –Sonora-. Esta última, incluso, instruyó a su gabinete presentarlas.

 

Los senadores priistas Ricardo Barroso –BCS-, Lilia Merodio –Chihuahua-, Ivonne Álvarez –Nuevo León-, Lucero Saldaña –Puebla- y Cristina Díaz –Nuevo León- también se han sumado a la iniciativa. Y añadan a 22 diputados federales y nueve candidatos a gobernador como Alejandro Murat –Oaxaca-, Mauricio Góngora –Quintana Roo- o Alejandro Tello –Zacatecas-. Sí, podrían ser más los priistas involucrados, podría ser mayor el entusiasmo, pero la gente no debe confundirse: parte importante del PRI cree en la #Ley3de3.

 

¿Qué debe pasar ahora? Primero, es claro que unos priistas dudan de la#Ley3de3, pero otros, muchos ellos de peso, la arropan. La división es lo suficientemente clara para que el Comité Ejecutivo Nacional actúe en consecuencia. Es el momento perfecto para convocar un gran debate democrático dentro del PRI. ¿Democrático? ¿Debate? ¿PRI? Estas palabras no suelen utilizarse en la misma oración, pero en este caso se pueden y se deben usar.

 

Más de 630 mil firmas ciudadanas respaldan la iniciativa, por lo que escurre legitimidad. Ante esto, el PRI debe admitir que no hay un consenso claro entre sus filas, y que sólo un ejercicio interno, estructurado y representativo puede resolver esta cuestión. Éste puede ser presencial, en foros a la vieja escuela y por entidad federativa o mediante algo más rápido que anule todo argumento de estructuras logísticas o de tiempos político-legislativos: una encuesta nacional entre su militancia. Esta última opción es la ideal para responder a los aguafiestas que ansían patear el asunto hasta después de las elecciones. Cualquiera de estos dos formatos –presencial o estadístico- sería la oportunidad perfecta para hacer a la militancia parte de las decisiones, es decir, darle su justo lugar. Democracia interna, creo que le llaman.

 

El PRI debe leer bien el contexto. La #Ley3de3 es una iniciativa para combatir la corrupción, nuestro mayor defecto. Cualquiera con unsmartphone puede sentir el humor social: la gente está confundida, y por eso mismo dolida, con la manera en que el PRI está abordando el tema en el Senado. ¿Forma es fondo? Pues bien, es momento de aclarar las cosas. Manlio Fabio Beltrones sabe el posible costo político de estas vacilaciones. El PRI no sólo está discutiendo una ley, también está tatuando su rol en la piel de la sociedad civil de cara a las elecciones de 2017 y 2018. Presidente Beltrones: la democracia interna puede resolver este dilema, dele una oportunidad.

 

El PRI no sabe qué quiere. Sólo un debate interno estructurado o una encuesta nacional entre su militancia podría sustentar cualquier postura que al final adopte el partido. En lo personal, me gustaría ver al tricolor apoyando la #Ley3de3, pero el punto no es ése. Al emprender un ejercicio así, el PRI estaría comunicando hacia afuera que aborda los temas ciudadanos con la seriedad que ameritan; y hacia dentro, que le importa la opinión de sus militantes ante el enorme reto que es la corrupción. Es ahora. No habrá mejor tiempo. El PRI, partido-historia, se lo debe a México.