MADRID. La irrupción del argentino Ángel Correa como goleador único y decisivo a la hora de juego sacó de un embrollo al Atlético de Madrid, al que sostuvo en la lucha por la Liga con un triunfo sufrido e indispensable contra un buen Málaga, capaz de anular durante casi todo el duelo al conjunto rojiblanco.

 

Al principio con ocasiones; después con menos llegada; al final con más oportunidades y siempre como un bloque compacto, de suma exigencia y complicación para el equipo madrileño, que respiró con el gol de Correa, vital para su quinto triunfo consecutivo en el campeonato y para mantener la ambición y el ritmo por el título.

 

Porque el partido fue muy competido, de maduración lenta, sufrida y estresante para el Atlético, frenado y limitado ofensivamente por el orden y la intensidad del Málaga, un equipo que corre como el rojiblanco -ya lo demostró en la primera vuelta en La Rosaleda- y que planteó por momentos un jeroglífico en ataque para los locales.

 

No encontró el equipo madrileño el duelo que quería casi nunca, esa prioridad en la que insiste su técnico, el argentino Diego Simeone, cada día en cada rueda de prensa, de dirigir el partido hacia donde más le conviene, a manejarlo por control, por presión, por ocasiones, por juego o por fortaleza, pero dominarlo sí o sí.

 

Le costó porque enfrente tuvo un buen equipo, muy trabajado, dificultoso siempre para el Atlético, que observó el primer tramo con una sensación incómoda, realzada porque el Málaga tiró más y obligó a más paradas al esloveno Jan Oblak en el primer cuarto de hora que muchos de los visitantes más recientes, incluido el Barça.

 

Ahí se cruzó el guardameta, con una estirada al intencionado disparo del croata Duje Cop, con rosca, despejado a córner por el cancerbero, que después intervino para solventar un centro al área más que inquietante y un cabezazo flojo del brasileño Charles; todo en 25 minutos, incluido un penalti reclamado por Ignacio Camacho.

 

Antes, sólo algún amago, un centrochut de Koke y una ocasión del Atlético, definida desviada por Antoine Griezmann, una noticia por la milimétrica precisión y la capacidad goleadora del atacante francés. Y después, hasta el descanso, ya no llegó el Málaga, pero tampoco mucho más el equipo rojiblanco, apenas una acción individual del belga Yannick Carrasco repelida por el mexicano Memo Ochoa.

 

Había nervios en el Atlético, impreciso con la Liga en juego, sin el partido que probablemente había diseñado desde el vestuario, sin tanta pegada como demuestra últimamente y alertado de vez en cuando por el Málaga, como un contragolpe que alteró un balón lanzado desde la banda, aparentemente desde el banquillo local, al que se dirigió el árbitro Mateu Lahoz para expulsar a Simeone rumbo al descanso.

 

Ya era el final del primer tiempo, el momento de charla en el vestuario, de replantear el partido desde el punto de vista del Atlético, atascado entre la competitividad, la táctica y el rigor de su adversario; un Málaga consistente, pero, además, por momentos impenetrable e indescifrable para los ataques del bloque madrileño.

 

Agitó el encuentro el Atlético en la reanudación, con dos voleas de Saúl Ñíguez, una jugada individual de Fernando Torres y, de nuevo, otro parón ofensivo, mientras el público abroncaba al árbitro, mientras el argentino Correa entraba al campo, mientras el conjunto rojiblanco seguía enredado y su rival más reafirmado.

 

Pero la fe y la ambición del Atlético, hoy por hoy, son extraordinarias. También sus recursos, como este sábado el primer cambio, el de Correa, que de la nada sacó un latigazo desde la esquina del área a la hora de juego que, ligeramente desviado por un defensa malaguista, rompió el partido y dio la victoria al equipo madrileño, ya rearmado hacia los tres puntos.

 

No tardó nada, cuatro minutos, en reforzar su medio campo, el argentino Augusto Fernández por Griezmann, tal y como había visto el desarrollo anterior del encuentro, con tres sobresaltos serios más en su área y con otras tantas ocasiones del Atlético, sostenido por Correa y tres puntos imprescindibles en el sprint final por la Liga.