A nadie le viene mal un poco de ayuda económica, y menos si hablamos de más de 73 mil millones de pesos y algo de alivio fiscal como lo que acaba de recibir Petróleos Mexicanos del gobierno federal.

 

Ya hay efectos tras estas medidas de rescate. De entrada la firma calificadora Standard & Poor’s no mejora la calificación de la petrolera, pero tampoco la empeora. Para este juez financiero el rescate está dentro de lo que esperan ver por parte del gobierno mexicano en respaldo de Pemex.

 

En los mercados se ha visto un decremento en la presión que se nota en un relajamiento de la tasa de interés que exigen los inversionistas para comprar el papel de deuda de la empresa petrolera mexicana.

 

Así es que el apoyo gubernamental ha servido para bajar la presión que vive la petrolera. Pero no hay duda de que la mayor parte del alivio que sintió Pemex durante las últimas semanas derivó de la recuperación de los precios del petróleo.

 

Los peores días del mercado petrolero mexicano en lo que va del siglo se vivieron a finales de enero cuando un barril de crudo nacional llegó a los 18.90 dólares por barril.

 

Eso encendió los focos de alerta en la Secretaría de Hacienda, en el Banco de México, porque ya sabemos que la suerte del petróleo está ligada a la paridad del peso frente al dólar y la fortuna o mala fortuna de los ingresos petroleros es de impacto directo en el gasto público.

 

Fueron los días en que se anunciaron las medidas emergentes en materia fiscal, cambiaria y monetaria que coincidieron con los primeros guiños entre algunos países productores de petróleo para congelar la oferta.

 

Eso permitió que la semana pasada la mezcla mexicana de petróleo (que es el promedio de venta de los tres tipos de crudo que se extrae en México, a los que llaman Maya, Istmo y Olmeca) llegara a los 33.50 dólares por barril que ha sido el máximo en lo que va de este año, a pesar de estar presupuestado en 50 dólares por barril.

 

La mala noticia es que luego del fracaso de la cumbre de Doha de este domingo pasado, en los mercados han rebajado otra vez las expectativas de mejora en el precio del petróleo. Y así, mientras los más optimistas creían que tras un éxito en la cumbre de Qatar los precios podrían regresar a los 50 dólares.

 

Hoy, tras el fiasco petrolero las apuestas hablan de precios otra vez en niveles de 30 dólares por barril para los principales referentes, lo que implicaría ver a la mezcla mexicana más hacia los 20 ó 25 dólares por barril.

 

El fracaso de Doha es la confirmación de que hay países productores de petróleo que no parece importarles la autodestrucción con tal de ganar mercado a su competencia.

 

Por lo pronto para Pemex y sus finanzas, para México y su gasto público, lo que queda es mantener las decisiones internas de contención.

 

El camino elegido es la reducción del gasto público, porque está claro que en una pronta recuperación de los precios del petróleo en el corto o mediano plazos simplemente no se puede confiar.

 

Pemex debe continuar con su proceso de saneamiento financiero, debe seguir con el proceso de reorganización y achicamiento. Debe concentrarse en las áreas donde tiene mayor potencial de competencia y dejar al sector privado los rubros que requieren más inversiones.

 

Habría sido muy bueno que una recuperación del precio del petróleo acompañara al saneamiento financiero de Pemex, pero eso es algo que está claro que no depende de los deseos de los mexicanos, su gobierno o su petrolera.