Parecía uno de esos guiones dignos de Hollywood. Kobe Bryant se despedía de la NBA en un juego sin mayor trascendencia, con unos Lakers que se quedaron lejos de los reflectores de los Playoffs, con crisis de resultados en los últimos años y, para colmo de males, el Jazz de Utah los vencía al medio tiempo 57-42.

 

Fue entonces que Kobe lo entendió. No quería que su último juego fuera con derrota, así que, como en sus mejores tiempos, se echó el equipo al hombro y ofreció un juego fuera de serie.

 

“No es posible. Nunca pude imaginar que este juego fuera a ser así, nunca”, dijo un emocionado Bryant a ESPN tras haber conseguido 60 puntos, cuatro rebotes y cuatro asistencias que sirvieron para lograr una dramática voltereta 101-96, con enceste ganador incluido. La Mamba Negra dio un recital.

 

“Fue algo loco para mí el último partido en casa. Era difícil imaginar que sucediera de esta manera, pero tuve un gran apoyo de antiguos compañeros, los fans, la familia. Fue genial estar ahí, es algo increíble y todavía estoy en shock”, destacó el legendario número 24 de los Lakers.

 

Lo cierto es que se fue una leyenda, una figura icónica de los Lakers y la NBA, en un momento que guardará por el resto de su vida.

 

“Cuando corrimos por el túnel me di cuenta. Cuando me puse la camiseta me dije: ‘Ok, esta es la última vez que me la voy a poner’. Luego: ‘Es la última vez que saldré del túnel’. Cuando esos momentos ocurren, te sorprendes y te das cuenta de que estás en un estado muy emocional”, expresó en torno a sus sensaciones en el duelo de despedida ante el Jazz.