Héctor Yunes Landa la tiene bien complicada en Veracruz.

 

Su gran “fardo”, “lastre”, “tumor” –así lo ha calificado el propio candidato priista al gobierno del estado– se llama Javier Duarte de Ochoa, pero nomás no hay manera de que el gobernador de Veracruz entienda que mejor haría callándose la boca y guardándose en un rincón hasta que pasen las elecciones.

 

Han intentado hacérselo ver desde las oficinas nacionales del PRI (Manlio Fabio Beltrones), desde la Secretaría de Gobernación (Miguel Osorio Chong), desde Hacienda (Luis Videgaray) incluso, pero no hay manera de que Duarte entienda.

 

Peor aún, el jefe del gobierno veracruzano se cree y se dice “incomprendido”.

 

Duarte está convencido de que ha ejercido un gobierno espléndido, que ha hecho mucho por sus paisanos y que lo que realmente ocurre es que no lo entienden (ni allá en su tierra y mucho menos en la capital del país).

 

De ahí que siga haciendo de las suyas, como “aparecer” –a sabiendas de que su presencia no era grata, ni había sido requerida– en el registro de Yunes Landa y que Beltrones hubiera tenido que operar de última hora para evitar que, en algún momento, Duarte hubiera quedado al lado de Yunes y ésa se convirtiera en “la foto”.

 

Lo que hizo el presidente del PRI –dio esa orden el propio Beltrones desde que aterrizó en el aeropuerto– fue sentarse entre los dos (entre Duarte y Yunes).

 

Incluso, cuando Beltrones tuvo que levantarse a hablar, llamó a Arturo Zamora (secretario de Acción Electoral del PRI nacional) para que ocupara su silla y evitar así que el “incomprendido” de Duarte deslizara su figura al lado del candidato de la alianza PRI-PVEM-Panal-AVE-Cardenista.

 

En fin, valgan estos detalles para ilustrar hasta dónde llegan las machincuepas que han tenido que dar los priistas para disminuir en algo el daño que les hace el señor gobernador Javier Duarte, quien ostenta la distinción de ser el gobernador más desprestigiado del país (seguido por Roberto Borge, de Quintana Roo y en tercero el de Chihuahua, César Duarte).

 

Pero ni eso amilana o abre las entendederas al señor de Veracruz.

 

Bien girito anunció, por el contrario, en su cuenta twitter: “@Javier_Duarte por cada golpe, voy a tuitear un resultado”.

 

En el búnker priista no se la acababan. Héctor Yunes mucho menos. En las redes sociales, el mandatario era la burla.

 

¿Qué hacemos con Duarte?, se preguntaban los del tricolor (y siguen preguntándose hasta la fecha).

 

La respuesta se alzó en este tono: “¡Cállenlo y pónganlo en un rincón!”.

 

¿Es todavía momento para quitarlo (obligarlo a renunciar)?, se cuestionaron una vez más.

 

Opiniones divididas. Imperó, sin embargo, la idea de que ya se ha pagado buena parte de los negativos que provoca Duarte y sacarlo ahorita del gobierno obligaría a enderezarle un juicio (si no, no tendría sentido quitarlo).

 

El gobernador defenestrado se convertiría entonces en “la figura” a lo largo de los meses de campaña que vienen y Héctor Yunes desaparecería del panorama.

 

Sería perder-perder, pues.

 

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Dos voceros inesperados.- Pero no todo pinta mal para Héctor Yunes Landa en la contienda por la gubernatura, aun cuando arranca en empate técnico (31.63 vs 29.72) con Miguel Ángel Yunes Linares, quien va por el PAN.

 

Entre las buenas nuevas está la aparición de dos “voceros” inesperados a favor de su causa: Arturo López Obrador (hermano de Andrés Manuel) y Sonia Sánchez de Chirinos (esposa del ex gobernador Patricio Chirinos, bajo cuyo mando fungió Miguel Ángel Yunes como secretario de Gobierno).

 

Quienes hayan escuchado las diversas entrevistas que ofreció el hermano del ex candidato presidencial habrán notado la bonhomía y la frescura de Arturo. Es, sin duda, un buen aval para la imagen del priista.

 

En cuanto a Sonia, ella por sí misma es un gran personaje, con carisma y liderazgo propio, dedicada principalmente a grupos vulnerables.

 

La motivación principal de ambas figuras para acercarse a Héctor fue ésta: No quieren que Miguel Ángel gane la gubernatura.

 

Ese punto precisamente: el rechazo que ha provocado el abanderado blanquiazul a lo largo de su carrera por distintos pleitos y razones es lo que, en un momento dado, podría dar el triunfo al del PRI.

 

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GEMAS: Obsequio del diputado perredista Guadalupe Acosta Naranjo: “No es casual que el referente de la mayoría de los diputados perredistas que avalaron la Ley Atenco, ADN, sea el grupo que más pugnó por reducir las alianzas amplias opositoras a su mínima expresión”.