Para muchos ha pasado sin registro:

 

El Ejército mexicano no mantiene relación alguna con la DEA, siglas de la agencia antidrogas Drug Enforcement Administration.

 

Es una decisión de razones históricas, muy a pesar de otras consideraciones del gobierno de la República.

 

Por ejemplo, los agentes de la DEA tienen facultades para investigar, proporcionar información aquí y allá de cuanto conocen y de tiempo acá inclusive para andar armados en territorio nacional.

 

Regularmente, pero no siempre, el mecanismo de comunicación es la Embajada de Estados Unidos, ahora acéfala porque los senadores republicanos se niegan a conceder esa posición al presidente Barack Obama.

 

Es una historia vieja.

 

Desde mediados de junio de 2015 el mandatario estadunidense sugirió al Senado la designación de Roberta Jacobson para sustituir a Anthony Wayne, pero no ha pasado de comisiones.

 

Una propuesta interesante dada la experiencia de Jacobson, ex subsecretaria de Estado para Canadá, México y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

 

Más atractivo es su papel como cabeza de la delegación de Estados Unidos para normalizar relaciones con la dictadura de Cuba, desde hace casi siete décadas a cargo de los hermanos Fidel y Raúl Castro Ruz.

 

Esto no importa a los republicanos, interesados más en zancadillear al demócrata Obama.

 

Sus agentes meten su nariz y dictan órdenes

 

Hoy el tema es la ausencia de comunicación de los mandos militares mexicanos con agencias norteamericanas.

 

Hay, claro, comunicación institucional con el gobierno y la Embajada de Estados Unidos, sin importar si el mandatario es republicano o demócrata, de avanzada o tradicionalista.

 

Pero en fechas recientes tiene otra connotación:

 

Mientras la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) se limita al trato formal y sobre todo con el Comando Central de Estados Unidos, la Secretaría de Marina (Semar) ha incrementado sus nexos con la DEA.

 

Desde esa perspectiva, ha sido una colaboración exitosa.

 

Fruto de esa coordinación fue la primera recaptura de Joaquín El Chapo Guzmán Loera en febrero de 2014, tras su fuga de Puente Grande, al principio del gobierno de Vicente Fox.

 

Esa colaboración prosiguió tras su fuga en julio de 2015, pero no tuvo efectos tan positivos.

 

Fue posible detener a lugartenientes del capo del Cártel de Sinaloa, y cercar varias veces a El Chapo Guzmán Loera en el llamado Triángulo Dorado, donde tiene sus reales.

 

Al final, la segunda recaptura se consiguió sólo con la actuación de los cuerpos de inteligencia, como lo confirmaron el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y la procuradora Arely Gómez.

 

La asistencia Marina-DEA proseguirá, pero no la veremos –al menos durante el presente sexenio– entre el Ejército al mando del general Salvador Cienfuegos.

 

Ni con la DEA ni con el Federal Boureau of Investigation (FBI) ni otros organismos.

 

Sus relaciones se ceñirán de gobierno a gobierno y, con instrucciones precisas, de Ejército a Ejército.

 

Panal rompe diálogo con el PRI en los Mochis

 

1.- Es paso dado: el Partido Nueva Alianza (Panal) rompió negociaciones con el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el municipio de Los Mochis e irá solo.

 

El dirigente Luis Castro Obregón optó por lanzar al ex priista Rubén Félix, a quien algunas encuestas le dan entre 10 y 15 puntos sobre sus competidores panistas y priistas.

 

Mientras tanto, el gobernador Mario López Valdez, Malova, ha decidido entregar la plaza a su secretario de Gobierno, Gerardo Vargas, a quien no pudo hacer candidato a la gubernatura por el PRI.

 

2.- Como no hay entendimiento en otros lugares, Luis Castro Obregón ha sugerido al PRI ceder Badiraguato, tierra de Joaquín El Chapo Guzmán, a cambio de San Ignacio.

 

Y 3.- Armando Cabada, quien aspira a ser alcalde de Ciudad Juárez por vía independiente, ha conseguido victorias en tribunales y siente el camino despejado para contender.

 

Presentó más de 85 mil firmas, vez y media las solicitadas para alcanzar su registro.