Golpes de pecho, cursilerías, clichés sobre el Día Internacional de la Mujer, a un costado de la galería de la chica del día, más un apartado de las modelos que sostienen relación con algún jugador, más una cuenta regresiva para que compitan las deportistas más sensuales, más una muestra de los uniformes de voleibol de playa que permitirán a esa disciplina una de las mayores audiencias en los próximos Olímpicos, más una compilación de las aficionadas más atrevidas, más un refrito de las actrices más escotadas en la entrega de los Oscars, porque aunque eso no sea deporte ni del día, genera clicks, tráfico, usuarios.

 

Todo lo anterior, justo cuando una tenista que vivió sus mejores momentos 10 años atrás, acapara los medios de comunicación por su dopaje positivo. No es cualquier raquetista del circuito de la WTA, sino la imponente María Sharapova, que perderá decenas de millones de dólares por los contratos de publicidad truncados. Al menos ella sí ha sido relevante en este deporte, conquistando los cuatro Grand Slams y llegando al número uno de la clasificación, a diferencia de la tenista con la que más se le relaciona por físico y nacionalidad, Anna Kournikova, jamás ganadora de un torneo (ya no decir de un Grand Slam).

 

No deja duda el listado de las tenistas con mayores ingresos: Serena Williams, presumiblemente la mejor de la historia, está rodeada por tres mujeres que corresponden al ideal eslavo de belleza (Sharapova, además de Caroline Wozniacki y Anna Ivanovic), sin importar sus logros o rankings actuales. Otro tema es que Serena, con el inconmensurable legado de su juego, a estas alturas tenga que seguir siendo sometida al escrutinio de su físico –como sucede a atletas, nadadoras, gimnastas, boxeadoras, futbolistas.

 

Al tiempo, en la Premier League inglesa por fin hubo una mujer al frente de los servicios médicos de un club, lo que de inmediato generó insinuaciones sobre la naturaleza de su relación con los futbolistas. Eva Carneiro se ocupaba de cuidar la salud del primer equipo del Chelsea, pero de camino escuchaba desde las gradas cualquier burrada o petición de que se desnudara, a lo que se añadió una sesión de fotografías íntimas que le fue erróneamente atribuida. El tema hoy con ella es que exige a José Mourinho una disculpa pública tras haberla desligado del cargo, con unas palabras (“Hasta si eres una médico o secretaria, en el banquillo tienes que entender el juego”) que parecieron sexistas.

 

El deporte bien pudo este martes poner rostro de moral y justicia, volcado en reiterar su apoyo a la mujer en un día que no tendría sentido si existiera un verdadero respeto y afán de equidad. El apoyo, sin embargo, llegará cuando se valore a la deportista sólo por su desempeño y por nada más que eso, algo de lo que estamos demasiado lejos, algo que acaso jamás veremos.

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