Defensores y opositores del aborto alzaron la voz en el debate sobre las libertades reproductivas de la mujer en EU, cuya interpretación divide a la sociedad estadounidense y actualmente revisa el Tribunal Supremo.

 

Los jueces del máximo tribunal evaluaron uno de los casos más controvertidos de los últimos años relativo al aborto, una ley restrictiva de Texas promulgada en 2013 cuya derogación pidieron centenares de personas a las puertas de la sede del Supremo.

 

Los manifestantes, convocados por más de 50 organizaciones y que se identificaban por llevar prendas moradas, eran en su mayoría mujeres de todas las razas, desde combativas feministas octogenarias a escolares que se saltaron las clases para gritar: “Mi cuerpo, yo decido”.

 

La ley aprobada por el estado de Texas en 2013 que revisa el alto tribunal exige a las clínicas de aborto cumplir con estándares quirúrgicos hospitalarios y que sus médicos tengan privilegios de admisión en un hospital a menos de 48 kilómetros de distancia.

 

Esa legislación ha provocado el cierre en Texas de 22 de las 41 clínicas que había abiertas antes de la ley, según expuso ante el Supremo Stephanie Toti, la abogada de los grupos demandantes.

 

Un fallo en contra de Texas podría afectar a una veintena de estados con leyes similares que se verían obligados a revertir los reglamentos que impulsaron especialmente desde 2010, cuando los republicanos se hicieron con varias asambleas estatales e impulsaron su agenda “provida”.

 

Por el contrario, los analistas coinciden en que, si los jueces empatan y respaldan la ley de Texas, el mosaico de regulaciones estatales sobre el aborto seguirá en pie.

 

Por primera vez desde 2008, creció en 2015 el número de estadunidenses que se consideran “provida”, un 44% frente al 50% que defiende el derecho de la mujer a decidir sobre el embarazo, según los últimos datos de la consultora Gallup de mayo del año pasado.